martes, 5 de enero de 2010

Bóveda de la Capilla Sixtina.Miguel Ángel.1508-1512.Roma.


Miguel Ángel es otro ejemplo de artista multidisciplinar y total. Nació en 1475 en Caprese, un pueblecito de la Toscana y falleció en Roma en 1564.
Fue escultor, pintor, dibujante, poeta y arquitecto. Adscrito a la filosofía neoplatónica, quiso crear un arte dotado de un vigor, y una épica que trascendieran la naturaleza.
El fundamento del arte de Miguel Ángel es la adoración de la belleza del cuerpo humano. La obra pictórica y escultórica de Miguel Ángel se caracteriza por la fortaleza, vigor y rotundidad de los cuerpos por él representados que los convierten en una especie de personajes suprahumanos, ejemplos de unos valores y una belleza que nos parecen casi inalcanzables. La idealización de dichos cuerpos procede de un profundo conocimiento y de un estudio de las formas naturales.
Miguel Ángel tenía una profunda fe en la belleza del mundo material pero no creía en la imitación exacta de la naturaleza. El artista alcanza una belleza superior a la de la naturaleza sólo mediante la imaginación. Para Miguel Ángel, la belleza es el reflejo de lo divino en el mundo material.
En Miguel Ángel es muy evidente su evolución desde presupuestos clásicos hasta otros plenamente manieristas, pero incluso en sus primeras obras, observamos en las estilizaciones corporales y en las torsiones de los cuerpos un aliento premanierista. Las obras pictóricas más importantes de Miguel Ángel son, en orden cronológico: el Tondó Doni, La bóveda de la Capilla Sextina y el Juicio Final, también en la Capilla Sixtina.
A comienzos del siglo XVI, el papa Julio II estaba empeñado en hacer de Roma un símbolo de la autoridad papal y faro de la cristiandad y para ello buscó transformarla por medio de costosos proyectos artísticos y arquitectónicos entre los que se encontraba la realización de unaa nueva basílica de San Pedro que encargó a Bramante. Tras fallecer, sus sucesores en el papado continuarían en ese propósito, haciendo de Roma la gran capital del arte en los siglos XVI Y XVII y el lugar dónde trabajarían algunos de los máximos exponentes del Renacimiento Pleno primero, del manierismo despues y del Barroco, ya en el siglo XVII.
Dicho papa Julio II fue quien encargó a Miguel Ángel la realización de la decoración pictórica de la bóveda de la Capilla Sixtina. Se trató de un encargo “ envenenado” ya que el arquitecto Bramante, enemigo de Miguel Ángel y protector del joven Rafael, había animado al papa para que hiciera el encargo a Miguel Ángel con la secreta esperanza de que éste fracasara en su labor, mientras que Rafael triunfaba con su encargo simultáneo de los frescos de las estancias de la Signatura.
Miguel Ángel aceptó de mala gana el encargo ya que su interés principal era la realización del sepulcro de Julio II que tuvo que aparcar para dedicarse íntegramente a la bóveda. Ésta es una bóveda de cañón rebajada con lunetos y con cuatro pechinas en los vértices del espacio rectangular que cubre. La superficie pintada por Miguel Ángel se acerca a los 500 metros cuadrados.
Miguel Ángel empleó la técnica habitual del fresco para pintar la bóveda, a pesar de que al principio no la dominaba ya que no la había empleado anteriormente.
Como sabemos, el fresco exigía una gran rapidez de ejecución. Se aplicaba una capa de yeso en la zona que se creía poder resolver en una jornada, mientras éste no hubiera fraguado, ya que una vez ocurrido esto, el color no era absorbido por el yeso y se podía eliminar con un simple lavado. Para poder pintar en la bóveda, Miguel Ángel, debió diseñar un andamio especial y pintaba en agotadoras jornadas mientras chorretones de pintura caían sobre sus ojos.
Hasta que hace unos treinta años se realizó la restauración de la Capilla Sixtina siempre se había hablado de Miguel Ángel, como de un escultor que pintaba interesándose por la representación del volumen por medio del claroscuro pero que no concedía demasiada importancia al color. Sin embargo, al realizarse dicha restauración y limpiarse la bóveda del hollín acumulado durante casi cinco siglos se apreció la riquísima gama cromática empleada y la viveza de los colores utilizados.
En la bóveda hay una perfecta adecuación de pintura y arquitectura desarrollando un vasto programa iconográfico.
Miguel Ángel compartimentó la superficie de la bóveda por medio de una falsa arquitectura compuesta de arcos fajones y cornisas pintadas que dividen ésta en nueve sectores, subdividido cada uno de ellos en tres espacios. Estos elementos arquitectónicos están poblados de una multitud de Putti (angelotes infantiles) a modo de atlantes que sostienen cornisas, figuras que simulan estatuas de bronce e Ignudi (desnudos masculinos). Semejante profusión de figuras masculinas desnudas en las más variadas poses, torsiones y escorzos pueden en principio extrañar en el espacio de una capilla pero hablan de la fascinación que siente Miguel Ángel por el desnudo masculino.
Los nueve espacios transversales centrales están ocupados por escenas del Génesis.
Entre ellas destacan imágenes como la Creación del Sol y de las plantas o la Creación de Adán en las que se destaca la potencia creadora de un Dios representado con unos virtuosísimos escorzos que resaltan su omnipotencia y su vigorosísima anatomía. En la Creación de Adán Dios aparece con una majestuosidad inigualable inscrito en un óvalo sostenido por ángeles tendiendo el brazo creador hacia el de un Adán que despierta lánguidamente a la vida en una imagen en la destaca la tensión que se crea entre el dedo de Dios y el de Adán que no llegan a tocarse y en la que el dinamismo y el equilibrio de la composición no se contradicen.
La idealización de los cuerpos procede de un profundo conocimiento y de un estudio de las formas naturales. Cualquiera que sea la naturaleza de la cualidad heroica que se les añade, el fundamento de este arte es la adoración de la belleza del cuerpo humano. Las figuras crean escorzos violentos, los cuerpos se doblan, se retuercen buscando ritmos casi serpenteantes que serán una constante en su obra.
En los laterales se alternan las sibilas y los profetas del Antiguo Testamento. Las sibilas paganas profetizaron según algunas leyendas posteriores la llegada de Cristo, de ahí su representación en la capilla.

En la Sibila de Delfos, por ejemplo, podemos apreciar el nuevo clasicismo vigoroso de ésta y la profunda belleza de su rostro que contrasta con la rotundidad y la fortaleza masculinas de la sibila de Cumas. La fortaleza física de esos cuerpos de titanes se convierte en reflejo de la fortaleza espiritual que Miguel Ángel atribuye a los personajes que pinta. Las sibilas son de algún modo, un símbolo de lo que la bóveda de la sixtina es: los frescos se basan en la teología más erudita pero las formas utilizadas son las de los dioses paganos. De este modo, la Capilla Sixtina se convierte, al igual que ocurre con La Escuela de Atenas de Rafael, en un símbolo extraordinario de la cultura humanista contemporánea que pretendía la conciliación entre fe cristiana y cultura y conocimiento clásicos.
En las pechinas de las esquinas aparecen otros episodios del Antiguo Testamento, mientras que en los lunetos y en los espacios triangulares que quedan entre éstos Miguel Ángel pintó los antepasados de Jesús.
Desde su culminación la bóveda de la Capilla Sixtina despertó la admiración de todos los que la contemplaron y fue una influencia fundamental en el devenir del arte renacentista y una de las obras más destacadas de la Historia del Arte.

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