martes, 1 de septiembre de 2009
Giotto. Frescos de la capilla Scrovegni. Huída a Egipto.
Giotto. Frescos de la capilla Scrovegni. Huída a Egipto. Esta es una de las obras más representativas de Giotto , pintor florentino del Trecento.En el Trecento italiano se dará un enorme avance, como corresponde al arte de una sociedad más desarrollada en todos los aspectos que la del resto de Europa en el mismo periodo. Trecento es el término italiano para designar al siglo XIV, pero se aplica también al ámbito cultural producido en tal periodo. El Trecento nos sirve para ratificarnos en la idea que el renacimiento no surge como por arte de magia, rompiendo con la tradición gótica, sino que sus temas e inquietudes aparecieron ya en pleno gótico y sólo cambiaron las formas de patentizarlos. Aunque el Trecento es contextualmente bajomedieval y gótico, veremos como surgen inquietudes, intereses y soluciones que presagiaban el Renacimiento como son el interés por la representación racional del espacio en el que se sitúan las figuras (intentos de perspectiva), la representación más estudiada y naturalista de la figura humana y de la naturaleza y la utilización del color atendiendo a sus variantes de tono e intensidad según la iluminación (luces y sombras) que además servían para valorar lo volumétrico de las figuras representadas. Como en otros aspectos del gótico el interés por la naturaleza y todo lo visible tenía que ver con la filosofía tomista neo-aristotélica de la época y con la mística franciscana.
En el ámbito Florentino destaca como predecesor el pintor Cimabue y ya a finales del XIII y comienzos del XIV (1266-1337), surgía el genio de Giotto, el gran maestro de la escuela florentina. Se le puede considerar como el iniciador de la pintura moderna por orientarla intelectualmente hacia el dominio de la representación espacial, de la anatomía en función de la expresión anímica y de la luz en cuanto afecta a la composición y a la tonalidad cromática. Giotto se inspiraba en lo natural y la observación de la naturaleza sería una de sus herramientas principales. Rompería con la idealización bizantina de las formas y exaltaba la figura humana en toda su importancia, acentuando su carácter volumétrico dotándole de cierta majestuosidad y con el absoluto protagonismo en la imagen que le da a la creación pictórica un evidente carácter intelectual. Giotto realizó numerosas pinturas sobre tabla y es conocido también por las pinturas al fresco que realizó en la Basílica de San Francisco en Asís, describiendo en imágenes los episodios principles de la vida de San Francisco o los de la capilla Scrovegni en Padua de los que la imagen comentada es muy representativa.
Uno de los grande trabajos de Giotto es la decoración de esta capilla Scrovegni en Pádua, donde con temas de la vida de San Joaquín(Padre de la Virgen), La Virgen, Jesucristo, el Juicio Final y las alegorías de las virtudes y los vicios, desplegó todo su saber e inquietudes sobre lo que una pintura debía ser.
En las imágenes de Giotto apreciamos la materialidad de figuras y paisajes insistiendo en la representación volumétrica de estos, pero los paisajes son, todavía, escenarios que semejan el espacio teatral donde se mueven los actores, un decorado en segundo plano respecto al de la acción. Una luz difusa baña la escena generando unas sombras ( algo aleatorias en su distribución) y un claroscuro no muy acusados, pero que como hemos dicho, contribuyen a resaltar la corporeidad de las figuras y la fisicidad de los volúmenes. Por primera vez se observa un interés por la composición de la imagen pictórica buscando el equilibrio de ella, como vemos en el empleo de la composición piramidal y y una distribución más o menos simétrica de las masas de la imagen. Las figuras, objetos y edificios están representados teniéndose en cuenta sus posiciones relativas en el espacio en el que están situados.
La influencia posterior de Giotto va a ser enorme ya que sin su aportación sería difícil imaginarnos la ruptura ya total que respecto al arte gótico medieval va a suponer la obra de Masaccio y de otros pintores de la escuela florentina del Quattrocento. Como hemos dicho, podemos considerar a Giotto como el iniciador de la pintura moderna por los nuevos intereses, criterios y modos de hacer que va a introducir en ésta.
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