martes, 12 de abril de 2016

Real Club Náutico de San Sebastián, 1928-1929. Joaquin Labayen y José Manuel Aizpúrua.

imagen del edificio  en 1929 con su apariencia original.


El edificio del Real Club Náutico de San Sebastián es uno de los primeros y más brillantes ejemplos del llamado Racionalismo arquitectónico , también conocido como Estilo Internacional. Este estilo se caracterizaba, entre otras cosas, por el rechazo de lo ornamental y la cuidadosa atención al detalle y las proporciones, el empleo de formas geométricas simples y las relaciones ortogonales entre los elementos de la composición, la utilización de la planta libre, de las circulaciones visuales y físicas más fluidas y el uso de materiales como el hormigón armado, el hierro y el vidrio.

El momento en el que se construyó correspondió a los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera y de la monarquía de Alfonso XIII.

 En las primeras décadas del siglo XX habían surgido las corrientes que luego se han conocido como «Vanguardias históricas». Los artistas europeos de dichas Vanguardias 
 creían que el Arte debía y podía contribuir a la transformación de la sociedad y de los individuos. Escuelas de Arte como la Bauhaus propugnaron que esta transformación se podía dar también a través de la arquitectura y de los objetos de uso diario, como muebles, lámparas, vajillas, lo que provocó un enorme desarrollo del diseño.

Este espíritu impulsó también a dos jóvenes arquitectos:el donostiarra Juan Manuel Aizpúrua y el tolosarra Joaquin Labayen que habían abierto un estudio de arquitectura en la calle Prim de San Sebastián en 1927, recién salidos de la Escuela de Arquitectura de Madrid. En dicha escuela, habían conocido de la mano de su profesor Fernando García Mercadal las últimas tendencias arquitectónicas y, en concreto, las obras y escritos de Le Corbusier que les sedujeron e influyeron profundamente.

Las instalaciones del Real Club Náutico, situadas entre el paseo de la Concha y el muelle donostiarra, eran claramente insuficientes en 1928 cuando su presidente encargó a estos dos jóvenes arquitectos la ampliación del edificio preexistente que era un paralelepípedo adosado al muro de costa , en orientación Norte-Sur, y cuya cubierta se levantaba un metro sobre la cota del paseo de la Concha.

Los arquitectos mantuvieron la planta baja con una leve ampliación en su extremo sur y levantaron sobre ésta dos plantas más que suponen un verdadero hito en la arquitectura europea del momento.

El material empleado es el hormigón armado pintado de blanco, combinado con revestimientos de madera en la primera planta y hierro en los antepechos y carpinterías metálicas de las ventanas .

Originalmente, una escalera abierta paralela al paseo daba acceso al club, situado en la primera planta y al restaurante ubicado en la segunda.

Mientras que en la planta baja se ubica un salón de baile, los vestuarios de bañistas y “balandristas” y la cocinas, en la primera planta se sitúan , de norte a sur, una sala de juegos, un vestíbulo, una biblioteca y la sala de juntas. La segunda planta se dedica, como hemos dicho, a un restaurante y a una terraza.

Una de las soluciones más bellas del edificio se puede ver en la primera planta, en la fachada que da a la bahía dónde aparece una terraza cubierta que se relaciona elegante y fluidamente con el interior por medio de un cerramiento que se curva sinuósamente y el acristalamiento que lo recorre en toda su longitud. En el extremo sur de dicha terraza aparece una escalera de caracol envuelta por un volumen cilíndrico para acceder a la terraza de la planta superior.

Otra ventana en banda y de casi 40m. de longitud recorre la práctica totalidad del cerramiento de la segunda planta adaptándose a la forma semicilíndrica de la fachada norte y contribuyendo a establecer una relación más fluida entre el interior del restaurante y el exterior ya que ofrece a quienes lo ocupan una vista panorámica y sin interrupciones del entorno. Dicha ventana en banda es posible sólo si liberamos a la fachada de su función portante y para ello, las columnas se retranquean ligeramente respecto a la fachada. Tanto la ventana en banda como la fachada libre y la planta libre, en la que se eliminan los muros portantes del interior de la planta, sustituidos, como hemos dicho por columnas y permitiendo espacios más abiertos y en los que se den circulaciones físicas y visuales más fluidas, son aplicaciones de tres de los principios de “los cinco puntos para una nueva arquitectura” propugnados por Le Corbusier en 1926.

Evidentemente , la apariencia de barco que tiene el edificio, marcada por las ventanas en ojo de buey( circulares) de la primera planta, por las barandillas y antepechos de hierro, la liviana estructura de hierro, el toldo que cubría parte de la terraza superior y el mástil que remataba el edificio , contribuían a la perfecta integración de ése con el entorno, a simbolizar su función como club náutico pero respondía también a la llamada “estética de paquebote” que destacaba en esta época la belleza funcional de las formas de los grandes barcos y trasatlánticos.

Así, el resultado fue un edificio de una gran elegancia formal, de líneas y superficies netas y de composición clásica que tuvo en su época un eco bastante grande. Aparecieron artículos dedicados a él en prestigiosas publicaciones y revistas de arquitectura europeas y fue el único edificio español mencionado por el conocido arquitecto americano Philip Johnson y por Henry R. Hitchcock en su libro “The International Style, Architecture since 1922” que buscaba dar a conocer las principales obras europeas y americanas del momento.

Otro aspecto , a veces más olvidado pero también a destacar, es la refinada decoración de los interiores. Así por ejemplo, en el restaurante se emplearon las por entonces modernísimas sillas metálicas en voladizo de Mies Van der Rohe.

Aizpúrua fue un dinamizador de la vida cultural donostiarra de los primeros años 30. En sus escritos atacó vehementemente la arquitectura anticuada, recargada y pomposa de estilo ecléctico que se utilizaba en la ciudad y creó un club cultural, el GU, por el que pasaron personalidades artísticas y literarias de la época como Picasso y García Lorca. También fue uno de los fundadores de la Falange , lo que provocó que al iniciarse la Guerra Civil fuera detenido y fusilado unos días después. Labayen mantuvo su actividad como arquitecto pero de un modo más discreto.

De este modo. el Club Náutico se ha convertido en el símbolo de una voluntad de cambio y de modernidad que se fue al traste con la Guerra Civil y el advenimiento de la dictadura franquista.

El edificio, por su parte , ha sufrido diversas modificaciones que han ido alterándolo profundamente: La cubrición en 1948 de la terraza de la segunda planta añadiendo una escalera en su extremo sur o la intervención de 2014 con , entre otras cosas, la sustitución de los antepechos de hierro por unos de vidrio templado o la colocación de un inarmónico pórtico de madera como entrada de la segunda planta. Todo esto a pesar de la calificación del edificio como bien de interés cultural en la categoría de Monumento por parte del Gobierno Vasco que declara, en teoría, la necesidad de revertir el edificio al aspecto que tenía originalmente.

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