martes, 1 de junio de 2010

La persistencia de la memoria, 1931. Salvador Dalí.



En 1924, el poeta André Breton publica el 1º manifiesto del surrealismo, que se considera como el acta fundacional del movimiento. Aunque en un primer momento ningún artista plástico se encontraba entre los firmantes del documento, pronto lo harán numerosos de ellos.
El surrealismo surge en una época en la que la difusión del psicoanálisis freudiano despierta gran interés por su desvelamiento de los mecanismos del subconsciente y de la conducta. Los surrealistas harán de este interés un punto fundamental de su propuesta artística. Buscarán dar salida a través del arte a las alucinaciones, los sueños los sentimientos e imágenes reprimidos y todos los productos del subconsciente que generalmente tendemos a reprimir. Para ello, utilizarán en sus pinturas procedimientos próximos a la escritura automática, procurando reproducir aquello que su subconsciente les inspirara.
El artista surrealista no reprimiría ningún deseo, experimentaría con ellos y no tendría miedo a acercarse a lo pulsionar, lo instintivo, los terrores y miedos personales, lo grotesco o lo cruel, sin someterse a ninguna moral. Los objetivos eran, como vemos muy ambiciosos, sin embargo, todo ello chocó, en ocasiones, con la intransigencia de algunos integrantes del grupo y de su cabecilla, Breton, que se convertiría en una especie de comisario político del movimiento, intentando controlar la ortodoxia ideológica y política de éste.
Entre los artistas surrealistas se suele hacer una división bastante efectiva aunque convencional:
De un lado, aquellos que utilizaban una pintura de carácter figurativo para describir un mundo de alucinaciones, sueños y asociaciones inconscientes entre los que podríamos mencionar al alemán Max Ernst, el francés Yves Tanguy, los belgas Paul Delvaux y René Magritte y los españoles Óscar Domínguez y Salvador Dalí.
De otro, artistas que por medio de procedimientos próximos al automatismo subconsciente crearán un mundo de imágenes, signos y símbolos abstractos. Entre éstos podemos destacar a dos de los más importantes artistas del siglo XX por la singularidad de su obra: el pintor catalán Joan Miró y el escultor estadounidense Alexander Calder.
La alusión al mundo del subconsciente y de las pulsiones, y la utilización de los procedimientos de inmersión en el inconsciente serán determinantes en el afloramiento de tendencias posteriores como el informalismo o el expresionismo abstracto, surgidos tras el final de la II Guerra Mundial.
Salvador Dalí, nacido en Figueres, provincia de Girona, será uno de los artistas surrealistas más representativos. Se formó como artista atento a los movimientos más en boga en ese momento como el cubismo. En su juventud se relacionó con el poeta Federico García Lorca y el cineasta Luis Buñuel con el que escribiría el guión del film más representativo del surrealismo: Un Perro andaluz.
Tras tomar contacto en París con el grupo surrealista conoció a Gala Éluard, esposa del poeta surrealista francés Paul Éluard a quien abandonó para convertirse en pareja del pintor. Dalí se convertiría en este periodo en uno de los genios más fecundos del surrealismo. Su trabajo influyó enormemente en el rumbo del surrealismo durante los dos años siguientes, que le aclamó como creador del método paranoico-crítico que, según se decía, ayudaba a acceder al subconsciente liberando energías artísticas creadoras. Dalí encontraba interesante en la paranoia la habilidad que transmite ésta al cerebro para percibir enlaces entre objetos que racional o aparentemente no se hallan conectados.
Pero su absoluto radicalismo y anarquismo surrealista le llevaron a actitudes controvertidas como expresar cierta curiosidad respecto al irracionalismo de los regímenes nazi y franquista que provocaron su expulsión del grupo surrealista. Antes, Dalí realizó algunos de los cuadros más característicos del surrealismo, como “ El Gran masturbador “ o este “ la persistencia de la memoria” que vamos a comentar..
“La persistencia de la memoria” es una de las imágenes más conocidas de Dalí. Se trata de un óleo sobre lienzo de pequeño tamaño pintado por Dalí en 1931.
La gama de colores es amplia y las pinceladas son aplicadas cuidadosamente, haciendo que se fundan unas con otras y creando una superficie uniforme por lo que se puede decir que no hay valoración de lo pictórico.

Una serie de elementos producen una inquietante sensación en el espectador que contempla el cuadro:
• El ya mencionado relamido y preciso tratamiento pictórico que contribuye a acentuar el misterio y el carácter turbador de la imagen.
• El paisaje de apariencia onírica representado que aúna el misterio de las atmósferas de De Chirico, con elementos del paisaje costero de Cadaqúes, tan familiar a Dalí y que está tratado por medio de una perspectiva cónica en la que aparecen ciertas contradicciones (como las de las líneas perpendiculares al plano del cuadro de la forma prismática marrón sobre la que se apoyan el árbol seco y dos relojes que no convergen en un mismo punto de la línea de horizonte ,
• El claroscuro que contribuye a modelar el volumen de las formas representadas y las extensas sombras, como la que oscurece prácticamente todo el suelo del paisaje reproducido.
• Extrañas imágenes como los conocidísimos relojes blandos, que altera introduciendo una cualidad " orgánica" a una forma mecánica y que pueden ser alusiones a la teoría de la Relatividad de Einstein y que según decía Dalí, surgieron al observar unos pedazos de queso camembert fundiéndose un caluroso día de verano, las hormigas sobre el reloj de bolsillo simbolizan la muerte, la corrupción y un intenso deseo sexual o esa figura de apariencia fetal o con un rostro deforme y enormes pestañas, aparecen situadas en dicho paisaje.
De este modo, Dalí crea una imagen de apariencia onírica y perturbadora en las que las asociaciones de imágenes son producto de la aplicación de su método paranoico- crítico, convirtiéndose en uno de los hitos del arte surrealista y junto con obras como la ya mencionada “ El gran masturbador” o “ El nacimiento de los deseos líquidos” provocó la admiración y los elogios , no sólo de los artistas surrealistas sino incluso de pintores de la talla de Picasso y ejercieron ,además, una enorme influencia en otros artistas contemporáneos.
Ni la trayectoria posterior de Dalí, con su conversión en una especie de bufón amable de una sociedad que aceptaba sus provocaciones como una curiosidad tolerable, ni su obra posterior que derivó hacia un tipo de imágenes en las que primaba un cierto virtuosismo técnico realista y kitsch y en las que poco quedaba ya del rompedor, provocativo y morboso surrealismo inicial, ni tampoco su obra final, que se vio envuelta en oscuros problemas de falsificaciones y autentificaciones delictivas, consiguieron ensombrecer la trascendencia de estas pinturas.

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