domingo, 22 de noviembre de 2009

El matrimonio Arnolfini .Jan Van Eyck.1434.



El matrimonio Arnolfini es uno de los cuadros más característicos y conocidos de la pintura flamenca del siglo XV y tanto sus características técnicas como el tema son absolutamente representativos de ésta. Fue pintado en 1434 por Jan Van Eyck , uno de los más reconocidos pintores de este periodo, que es considerado además como el introductor de la pintura al óleo. Van Eyck fue el autor, además, de otras importantísimas pinturas como son La Virgen del Canciller Rolin, La Virgen del canónigo Van Der Paele o el Altar de Gante ( También llamado “ La Adoración del cordero místico”).
Flandes era en el siglo XV un territorio dependiente del ducado de Borgoña, en el que la burguesía había adquirido un enorme desarrollo gracias, entre otras cosas a la elaboración de suntuosos tejidos y al comercio. Esto provocará que dicha clase burguesa comience a encargar obras de arte como signo del status económico adquirido. Así, encargará a los pintores pinturas de mediano y pequeño tamaño que instalarán en sus viviendas. Los temas de estas pinturas eran retratos u obras de carácter religioso.
El matrimonio Arnolfini es un óleo sobre tabla en el que apreciamos la extraordinaria técnica pictórica de Van Eyck. Se trata de un cuadro de tamaño mediano en el, sobre un dibujo previo de una gran minuciosidad el pintor ha ido aplicando las pinceladas cuidadosísimamente de manera que parecen fundirse sin que podamos apreciar su recorrido, creando además una superficie pictórica absolutamente homogénea, por lo que podemos decir que no existe una valoración de lo pictórico, si por ello entendemos el juego entre las diferentes calidades, texturas, y densidades de la superficie pictórica.
Todo en la imagen aparece reproducido completamente enfocado, con una virtuosísima minuciosidad, tanto los elementos del primer plano como los del fondo, reflejando la voluntad del pintor de representar todo con absoluto cuidado. El pintor parece conceder la misma importancia a las figuras principales del matrimonio que a detalles aparentemente secundarios como la escobilla o el espejo que penden de la pared del fondo. Precisamente este aparecer todo perfectamente enfocado hace que, aunque el tratamiento individual de cada elemento representado en la imagen sea absolutamente naturalista, la imagen del conjunto no lo sea tanto ya que, por ejemplo, los objetos del fondo deberían tener unos contornos menos definidos, unos detalles más difuminados y unos colores menos intensos que los del primer plano. En este interés por representar todo minuciosísimamente, prestando el mismo interés a cualquier detalle, tanto de las figuras principales como  de los elementos del fondo,  vemos un reflejo de esa sensibilidad gótica que parece dirigir todavía la mirada del pintor.
El espacio está representado por una especie de perspectiva cónica en la que la posición y relación de los personajes y objetos en el espacio en el que están situados es bastante coherente, aunque dicha perspectiva sea todavía de raíz intuitiva y no alcance la perfección geométrica de la desarrollada en Italia más o menos en el mismo periodo.
La composición es estable, los gestos algo rígidos, solemnes y ceremoniosos, y la iluminación perfectamente reproducida por medio del color, parece provenir de las ventanas situadas a la izquierda de la imagen creando un claroscuro bastante acusado que modela perfectamente las figuras y crea una intensa sensación de volumen.
El tema del cuadro es también característico de la pintura flamenca del siglo XV ya que se trata, evidentemente, del retrato de un matrimonio burgués situado en el interior de su propia casa.
El hombre, Giovanni Arnolfini fue un comerciante italiano establecido en Brujas dónde prosperó. El historiador Edwin Panofsky sostuvo que la imagen representa el momento del matrimonio entre éste y su prometida. Muchos de los elementos representados con tanto cuidado parecen aludir a esto. El marido con expresión grave está bendiciendo a su mujer. Ella aparece con la mano sobre su abultado vientre (aunque realmente no estuviese embarazada), aludiendo a la fertilidad como finalidad del matrimonio. También la cama alude a esto como lugar de la procreación, dónde se nace y se muere. El espejo convexo solía colocarse en Flandes cerca de las ventanas o puertas para espantar la mala suerte y es un prodigio de minuciosidad ya que sólo tiene 5´5 cm. de diámetro. En él aparecen reflejados no sólo estos personajes sino otras dos figuras que bien podrían ser el sacerdote y un testigo de la ceremonia. Además, alrededor del espejo aparecen doce medallones de 1´5 cm de diámetro en los que se identifican perfectamente los episodios de la pasión de Cristo. El perro situado a los pies de la mujer puede aludir a la fidelidad que ella debe mantener a su marido. Los rosarios eran un presente habitual del marido a su esposa y simbolizan la obligación de ser piadosa de ésta.
Los zuecos en el suelo representan el vínculo con el hogar.
Otros objetos aluden al bienestar material alcanzado por la pareja. Así, las ricas vestimentas con carísimos apliques de armiño, la lujosa cama, las naranjas del alfeizar ( que eran un objeto de lujo en el Norte de Europa ya que provenían del sur), la alfombra que parece provenir de Turquia o la lámpara , verdadero prodigio en la representación de los brillos metálicos.
El matrimonio Arnolfini es por estas y otras muchas razones uno de los más representativos de la pintura flamenca y un hito de la pintura . En la atención a los efectos lumínicos creados en el interior de la habitación podríamos ver un lejano precedente de pintores posteriores como el barroco holandés Vermeer.

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