lunes, 30 de marzo de 2020

Autumn Rhythm, Ritmo de otoño. Jackson Pollock. 1950.


Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se confirma como la gran potencia dominante del llamado Mundo Occidental. Asimismo, una serie de factores van a hacer que Nueva York se convierta en la nueva metrópoli del arte contemporáneo:
-La llegada de muchos artistas europeos de vanguardia, huyendo del nazismo, algunos de los cuales se establecerán como profesores de las escuelas de arte norteamericanas y las exposiciones que celebrarán en lo EEUU   harán que estas vanguardias europeas sean conocidas de primera mano y que su influjo se extienda entre los jóvenes artistas americanos.
-  El coleccionismo de arte que tenía un gran arraigo entre los magnates norteamericanos, seguirá creciendo aún más tras el crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, abriéndose, además al Arte de las Vanguardias. Ligado a esto, la apertura de galerías de arte (como la galería de Nueva York Art of This Century de Peggy Guggenheim) promoverá el arte de dichas vanguardias, no sólo europeas sino también americanas.
-Además, a partir de ahora la influencia de ciertos críticos de arte será determinante en la promoción de una determinada corriente artística. En el caso del expresionismo abstracto éstos serán Clement Greenberg y Harold Rosemberg.
-La presencia de nuevos museos como el Museo de arte Moderno de Nueva York (MOMA) que fomentará el interés y el conocimiento de las nuevas tendencias artísticas.
 Gracias a estos factores, la influencia del surrealismo y otras vanguardias provocará el surgimiento de uno de los primeros movimientos artísticos genuinamente americanos: la Action Painting o pintura de acción Dentro de lo que llamamos Action painting se suele situar a artistas que influidos por los procedimientos, propios del surrealismo, como el automatismo y otros tendentes a hacer del subconsciente un eje del acto creativo, crearán pinturas abstractas en las que el procedimiento pictórico va a convertirse en un radical acto de liberación de los sentimientos o del estado de ánimo, a través del gesto.  El acto de pintar se convierte en algo inmediato y espontáneo. El gesto pictórico se amplifica; si antes el pintor manejaba el pincel con un leve movimiento de muñeca ahora será el brazo o todo el cuerpo el que se desplazará arrastrando las brochas sobre la superficie pictórica o salpicándola con drippings ( goteos) de pintura.  En algunos casos, el acto de pintar se convierte en una especie de ceremonia catártica que se aproxima a los primitivos rituales chamánicos.
Los principales pintores de la Action Painting son Willem de Kooning, Sam Francis o Robert Motherwell aunque seguramente, el más conocido y representativo de todos sea Jackson Pollock.
 Jackson Pollock nació en un pueblo de Wisconsin Tras decidir dedicarse a la pintura se estableció en Nueva York en el periodo posterior a la Gran Depresión del 29.  Desde joven arrastró un problema de alcoholismo lo que le llevó a intentar abandonar esa dependencia sometiéndose a sesiones de psicoanálisis junguiano lo que, posteriormente, influiría en su obra.  Sus primeras obras conocidas parecen derivar de las técnicas de la pintura automática propias de los surrealistas. En 1942, firma un contrato con la galerista y mecenas Peggy Guggenheim para exponer en su galería y poco más tarde ésta le encarga un mural para su apartamento que, por recomendación de Duchamp, Pollock realizará sobre un lienzo.  Tras esto, se casará con la también pintora Lee Krasner y comprarán una granja en un pueblo del estado de Nueva York y en el granero de dicha casa establecerá su estudio. Es en esta época cuando inicia su nuevo método de pintar en el suelo, tal y como hizo en este enorme lienzo que vamos a comentar.
Ritmos de Otoño es un cuadro de muy grandes dimensiones ya que mide 267 x525 cm. aproximadamente y fue pintado en octubre de 1950. Pollock dispuso el lienzo extendido, sin tensar en el suelo ( lo que es una novedad  respecto a la costumbre de colocarlo verticalmente, bien sobre un caballete o bien apoyado en la pared) y con la tela en crudo ( es decir, sin prepararla para sellarla y que no absorba la pintura).  , Combinando momentos de reflexión y observación de lo que iba haciendo con otros de frenesí creativo, se colocaba muy cerca de los bordes, inclinándose sobre la superficie del lienzo, moviéndose alrededor de éste , amplificando, como hemos dicho el gesto pictórico, ya que pintará con prácticamente todo el cuerpo , oscilando e inclinando su tronco sobre el lienzo y extendiendo sus brazos . En este caso emplea esmalte sintético y pintura de carrocería de unos pocos colores ( Negro, ocre, blanco y azul )que aplicará sobre la superficie del cuadro empleando grande brochas empapadas, utilizando la técnica del “dripping”(goteo), es decir, agitando la brocha para que salpique de color al cuadro o  vertiendo el color directamente desde el bote de pintura o haciendo , también, que el sobrante de pintura de la brocha chorree sobre la superficie(de modo semejante a lo que Max Ernst denominaba “azar controlado”). Pollock otorga un protagonismo en su acto de pintar a la gravedad y a la viscosidad de la pintura, controlando de alguna manera el goteo, modificando la densidad de la pintura, bien engordándola o bien diluyéndola con disolventes. Según la densidad de la pintura, ésta es más o menos absorbida por el lienzo por lo que se combinan las calidades mates y más tenues con las algo más densas y brillantes.
La imagen final recoge ese caos de gestos, a veces violentos, traduciéndose en densas acumulaciones de chorretones superpuestos, ritmos circulares, espirales y vaivenes. Pollock emplea la línea, pero esa línea, elemento esencial del dibujo que sirve para definir las formas, subvierte precisamente esa función delimitadora y es ahora un trazo irregular que serpentea constantemente y cuya anchura varía por el ritmo y el grosor de las gotas que la crean. Los ritmos serpenteantes y cimbreantes de Pollock, además, diluyen la dialéctica entre línea y color y desvanecen cualquier sensación de punto focal o centro de la composición.
Pollock decía: “La fuente de mis pinturas es el inconsciente”. Lo que se presenta ante nuestros ojos es la pura energía liberada, la expresión pura, resultado de la inmediatez del procedimiento en el que ese estado de inmersión total convierte el acto pictórico en algo catártico, un acto de liberación de la expresión.  El hecho de que esté pintado en el suelo subvierte el principio de nuestra mirada que desde nuestra posición de alzados de pie se ejerce en horizontal.  El que el lienzo se exponga finalmente en vertical no anula esta subversión porque su imagen, con los goteos y vertidos de pintura, desvela el modo en que se ha realizado. El éxito fulgurante de Pollock le hizo protagonizar portadas y artículos de las principales revistas de la época Pollock moriría tan solo 6 años más tarde de realizar este cuadro tras estrellarse borracho con su coche. Para entonces se había convertido en el artista estadounidense más influyente no sólo entre sus conciudadanos sino en el panorama artístico mundial.

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