miércoles, 24 de febrero de 2010

San Andrés del Quirinal (1658-1670).Bernini.




San Andrés del Quirinal (1658-1670).Bernini.
Sucediendo a la arquitectura rigurosa, solemne y relativamente austera en cuanto a decoración del final del siglo XVI, las formas barrocas se irán cargando de mayor complicación y dinamismo. Aunque en muchos casos se mantendrán en las fachadas las composiciones basadas en dos cuerpos con aletones a los lados del superior, como ya habíamos visto en la fachada manierista del Gesù de Vignola, y aún antes, en el siglo XV, en la de Santa María Novella de Alberti, ahora éstas van a hacerse más dinámicas, apareciendo, en ocasiones, superficies cóncavas y convexas que juegan con el ángulo de visión del espectador, buscando crear efectos escenográficos de perspectivas fugadas y diagonales. Además, las fachadas tendrán más decoración, apareciendo relieves y hornacinas en las que se situarán esculturas, los frontones se quebrarán y sus perfiles se complicarán, las columnas adosadas se desprenderán del muro y se crearán efectos pictóricos de claroscuro; así, parte de los entablamentos y de los planos de la fachada saldrán hacia delante mientras que otros se retranquearan.
La importancia del templo en el contexto urbano y su presencia primordial en éste que ya había sido proclamada por los grandes arquitectos y teóricos del Renacimiento va a ser subrayada por los creadores barrocos.
En los interiores de los templos también se buscarán los efectos de dinamismo con espacios fluyentes, superficies curvas y decoración mucho más rica y colorista, tanto en el empleo de mármoles de distintas tonalidades, como de dorados y frescos con atrevidos trampantojos en las bóvedas y cúpulas de las cubiertas.
Aunque en Italia habrá grandes focos de desarrollo de la arquitectura barroca en el siglo XVII, el principal de estos va a ser Roma, cuya importancia política y, sobre todo religiosa será enorme. Los papas querrán reforzar su autoridad, puesta en cuestión con el surgimiento y desarrollo del protestantismo en el siglo SXVI, para lo cual querrán reforzar la imagen de Roma como capital de la cristiandad y sede de su poder. De este modo, promoverán la construcción y remodelación de un grandísimo número de iglesias, pero también de fuentes y plazas con los que intentarán articular el complejo tejido urbano romano.
En esta ciudad destacarán arquitectos como Maderno, Pietro da Cortona, Bernini .y Borromini de una de cuyas obras nos ocuparemos a continuación.
Gian Lorenzo Bernini fue además de genial arquitecto, un no menos genial escultor y practicó también la pintura. Bernini, que gozó de la protección y estima de los papas, supo responder al deseo de estos de magnificencia de la Roma que había sabido, tras la contrarreforma, sobreponerse al impacto que había supuesto el protestantismo. Así, fue uno de los que contribuyó a dotar a Roma de esa imagen monumental que aun tiene. Bernini seguirá utilizando los elementos de los órdenes clásicos, con, por ejemplo, pórticos de columnas rematados por un frontón, pero aumentando su imagen monumental, introduciendo efectos de juegos de líneas y adosándoles elementos y muros cóncavos. Para sus iglesias, utilizará, preferentemente, plantas centrales de cruz griega, circular u oval.
Sus principales obras son el Baldaquino de la basílica de San Pedro, la columnata de la Plaza de San Pedro, y la Iglesia de San Andrés del Quirinal, la capilla Cornaro, el palacio Barberini o el Chighi-Odeschalchi, todos en Roma.
Bernini creó en San Andrés del Quirinal una gran sensación de majestuosidad en el espacio relativamente pequeño de esta iglesia. Crea, forzado por ls pequeñas dimensiones del espacio del que disponía, una planta ovalada. El Concilio de Trento había promovido el empleo de la planta de cruz latina en las iglesias en detrimento de las plantas centrales que consideraban erróneamente una indebida imitación de las formas paganas y que sólo se admitirán, como en este caso en los templos de pequeñas dimensiones. La planta ovalada de San Andrés tiene el eje mayor  perpendicular al que une el pórtico con el altar.  En sus muros se abren capillas de distintas anchuras, el altar mayor, aún más ancho y la puerta de entrada, frente a él y de su misma anchura, todos ellos separados por gruesas pilastras. La inspiración en el Panteón de Agripa parece evidente al observar el interior, aunque la mentalidad barroca de Bernini introducirá elementos novedosos como una cúpula dividida en secciones de distinto tamaño con nervaduras que son las prolongaciones de las pilastras antes mencionadas y con casetones hexagonales profusamente decorados, ventanales en su parte inferior y angelotes y pescadores enmarcando la parte superior de dichos ventanales.También destacan  las columnas pareadas y el frontón de arco rebajado y quebrado que enmarcan el altar o los distintos colores de los materiales empleados en todos ellos. En el exterior, de una fachada rematada por un frontón triangular sobresale un pórtico de planta semicircular, coronado con volutas flanqueando el escudo de armas de la familia Pamphili que patrocinó esta construcción que iba ser iglesia del noviciado de la Compañía de Jesús que, como sabemos, fue una de las órdenes religiosas que más se extendió en estos años y que actuó a la vanguardia de la Contrarreforma.

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