jueves, 18 de febrero de 2010

El expolio. 1576-1579.El Greco.

 El Expolio. 1576-1579.El Greco. 
 Si hay un pintor original en el panorama del Renacimiento español ese es el Greco. En esta época España es la gran potencia mundial, no sólo por la extensión de su imperio colonial y las riquezas que de él extraerá sino también por los territorios europeos heredados de los Hausburgo o sus posesiones italianas a través de las cuales el influjo renacentista italiano llegaría más intensamente que a otros países europeos. Durante el Renacimiento muchos artistas españoles acudían a Italia en busca de formación artística. Además, la poderosa corona española así como los influyentes aristocracia y clero demandarán obras de arte para decorar sus palacios, monasterios e iglesias. Así se hizo frecuente tanto la importación de obras de artistas italianos como la contratación de artistas de ese y otros países como Borgoña y Flandes, aunque quizás, uno de los que protagonizó un periplo más complejo hasta su llegada a España sería El Greco. Doménicos Teotocópoulos, El Greco, que fue llamado así en Italia por su origen cretense, fue conocido con el mismo sobrenombre en España. Nació en Candía (Creta) dónde aprendió a pintar iconos según los procedimientos tradicionales bizantinos ( utilizando todavía el temple de huevo como aglutinante). Marchó de la isla con 24 años en 1565, huyendo de la amenaza de los turcos quienes tomarían la isla en 1569. Llegó a Venecia dónde su estilo se transformó adoptando el óleo y las formas manieristas de sus admirados Tintoretto y Tiziano. Viendo que era difícil buscar un lugar en el mundo del arte veneciano copado por artistas como los ya mencionados y el Veronés, decidió trasladarse a Roma dónde sus dificultades se repitieron, entre otras cosas, porque se atrevió a criticar el arte de Miguel Ángel cuya sombra dominaba el ambiente manierista romano. De Roma marchó a España con la expectativa de que la construcción de El Escorial le podría reportar trabajo. Se estableció en Toledo, dónde recibió varios encargos aunque fracasó en su intento de hacerse un hueco en la Corte de Felipe II. A pesar de su fracaso en la corte, El Greco adquirió pronta fama en Toledo y recibió numerosísimos encargos que le obligaron a desarrollar un taller con numerosos ayudantes. La pintura de El Greco es de una originalidad total. Sus características son una especie de compendio de los intereses de los pintores manieristas. Así, los alargamientos de las figuras no tienen, como se ha dicho, nada que ver con un defecto en la vista del pintor sino en resolver la imagen respondiendo a criterios puramente pictóricos e independientes de la realidad. El Greco renuncia al claroscuro tradicional y la luz de sus cuadros adquirirá irreales tonos metálicos y plomizos, la estructura corpórea de sus personajes se desmaterializa así como el espacio que romperá la coherencia de la perspectiva cónica frontal. Cuando se estableció en Toledo, El Greco recibió varios encargos entre los cuales destaca este Expolio que pintó para la sacristía de la Catedral. Éste es un óleo sobre lienzo de gran tamaño. Como es habitual en El Greco, que lo había aprendido de la pintura veneciana, el cuadro está construido directamente con el color. Hay una absoluta valoración de lo pictórico que podemos apreciar en los juegos con las distintas calidades y densidades con las que es aplicada la materia pictórica. El pincel de El Greco se mueve desinhibido y con una soltura extraordinaria por la superficie del lienzo dejando el rastro perfectamente claro de algunos de sus trazos pero no descuidando detalles como los reflejos rojizos en la armadura del centurión romano situado a la izquierda junto a Cristo. El tratamiento del claroscuro es bastante acusado y la iluminación, aunque algo irreal, es focal con un haz de luz que parece descender sobre la figura de Cristo resaltándola en lo que podría ser considerado un vago precedente de las iluminaciones también focales que empleará la pintura barroca. Los tonos preponderantes en el cuadro son oscuros con grises, ocres y marrones sobre los que destaca el intenso gran óvalo rojo de la túnica de Cristo dominando la composición y atrayendo la vista sobre él. La perspectiva aparece alterada ya que los personajes del primer plano ( que son las Tres Marías: La Virgen, María Magdalena y María Salomé) están inusualmente bajos respecto al suelo en el que se apoyan los personajes que rodean a Cristo), y los cuerpos, como es también habitual en él, se alargan y aparecen abigarradamente agrupados en torno a Cristo, prácticamente sin espacio entre ellos. El indefinido fondo de la escena, está construido por medio de brochazos y barridos de blancos y ocres grisáceos. El Greco parece desvincularse en parte de la realidad, buscando crear una imagen que, al igual que los iconos bizantinos con su sofisticada sencillez, se convierta en un efectivo vehículo de trascendencia espiritual. De hecho, tanto la forma oval de los rostros, como el modo de construir los rasgos de éstos, la propia forma simplificada y casi oval de la túnica de Cristo o los alargamientos de las figuras ya mencionados podrían ser además ecos de su formación como pintor de dichos iconos. El expolio, tema representado en este cuadro, es el momento anterior a la crucifixión en el que Cristo va a ser desvestido para que su túnica sea jugada a suertes por los soldados romanos. El gesto lánguido y triste aunque contenido y la mirada alzada al cielo y de resignación con los ojos vidriosos de Cristo mientras los soldados que le rodean lo señalan, lo increpan o lo miran burlones, parecen buscar la empatía del espectador hacia el sufrimiento que está padeciendo Cristo. El cuadro del Expolio fue criticado y rechazado por el cabildo de la Catedral ya que no les agradaba el tratamiento del tema hecho por el Greco y  se resistió a pagar al pintor lo que demandaba. Finalmente, un comité arbitral decidió el precio a pagar y, lo que es más importante, que el cuadro no fuera alterado para satisfacer a los que lo habían encargado. El uqe dicho comité exaltara la calidad del cuadro favoreció a El Greco que empezó a recibir encargos de todo tipo de clientes de la ciudad lo que le indujo a establecerse definitivamnete en ella. El Expolio, que sigue hoy en día en la Catedral de Toledo, es uno de los más extraordinarios de la ya extraordinaria y extensa obra de El Greco, entre la que también podemos destacar “ El martirio de San Mauricio y la legión tebana”, “ Cristo expulsando a los mercaderes del templo”,"El Caballero de la mano en el pecho” o el impresionante “ Entierro del Conde de Orgaz”. Tras la muerte de El Greco, su obra fue relegada a segundo plano y no volvió a ser realmente apreciada y considerada como la obra de un genio hasta el siglo XX. Artistas como Picasso vieron en el Greco un pintor en el que destacaba la resolución de la imagen en términos propiamente pictóricos así como la alteración de la representación convencional de las figuras y del espacio por medio de la perspectiva, rasgos que, no sólo definían su originalidad, sino cierta proximidad con los modernos intereses de dichos artistas.

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