La basílica de San Pedro en Roma es el edificio más
representativo de la cristiandad católica y su imagen está absolutamente ligada
a la autoridad papal que en ella tiene su sede.
El Barroco va a dotar a la arquitectura de un hasta entonces
inexistente sentido escenográfico. Los arquitectos y urbanistas barrocos van a
introducir sofisticados efectos jugando con el punto de vista del espectador
con el fin de sorprenderlo o dirigir su mirada hacia un punto concreto. Un ejemplo singular de esto es el de la
fachada y la plaza de San Pedro del Vaticano en Roma.
La actual basílica de San Pedro sustituyó a la original
paleocristiana cuyo estado a fines del siglo XV era ruinoso. Por esa razón,
Julio II impulsó la construcción de una nueva basílica en el emplazamiento de
la anterior, encargándole el proyecto a Donato Bramante. Las obras de la
basílica se prolongarían durante casi 150 años. Tras el fallecimiento de
Bramante, se hizo cargo de las obras Rafael y tras la muerte de éste, Sangallo el
Joven. Al morir Sangallo el Joven, Miguel Ángel recibió el encargo de proseguir
con los trabajos. Cada uno de los arquitectos había modificado rotundamente el
proyecto de su predecesor. La planta, por ejemplo, fue cambiando de cruz griega
a cruz latina y Miguel Ángel , bajo cuya supervisión los trabajos avanzaron
bastante, volvió a la idea de la planta de cruz griega y diseñó la cúpula tal y
como la conocemos, aunque la construcción de ésta la culminaría Della Porta.
A comienzos del siglo XVII, Carlo Maderno, se haría cargo de
las obras de la basílica y ampliaría el cuerpo hasta convertir la planta, de
nuevo, en una de cruz latina. Además, diseñaría la fachada, concebida como una
fachada telón que no tiene
correspondencia con la estructura interior de naves de la iglesia). La fachada
aparece articulada por una serie de columnas adosadas y pilastras de orden
gigante y capiteles corintios que sostienen un entablamento. Como es habitual en la arquitectura barroca,
la fachada deja de ser una superficie uniforme y continua y aparece formada por
unos planos retranqueados y otros que sobresalen y se adelantan. En el centro
de la fachada, enmarcando tres de las puertas de acceso a la basílica y los
balcones ceremoniales que están sobre éstas en el primer piso, aparece un plano
superponiéndose a los otros aún más con cuatro columnas adosadas más adelantadas
sosteniendo un entablamento culminado por un frontón triangular. En los planos
intercolumnios de la planta baja se abren 5 puertas de acceso al interior, dos
hornacinas y dos grandes puertas a los lados, rematadas por arcos y que
permiten la circulación entre la plaza y los laterales de la basílica. En la
primera planta, se abren balcones y hornacinas. Sobre toda la longitud del
entablamento se alza un enorme ático en el que se abren ventanas adinteladas
rematado por estatuas en la vertical de cada columna.
La monumentalidad de
la fachada barroca simboliza la solidez de la iglesia. Es además el marco desde
el que el papa se dirigirá a la multitud agolpada en la plaza.
La plaza De San Pedro fue concebida por Bernini a mediados
del siglo XVII. El problema a solucionar
era complejo ya que había que tener en cuenta la relación con la fachada de la
basílica, con la vía que la unía a la ciudad, con el obelisco que había sido
erigido en el centro del espacio a finales del siglo XV, y sus múltiples
empleos litúrgicos ( Misas multitudinarias, procesiones,…).Su planta es la
conjunción de dos formas, una más próxima a la iglesia, trapezoidal y otra más
amplia y alejada, oval. Un pórtico imponente con una forma semejante a la de
las dos piezas de una tenaza rodea la plaza. Las columnas del pórtico de gran tamaño
están talladas en mármol travertino y son de orden toscano. Sin embargo, el
entablamento es jónico. En la vertical de las columnas, sobre la cornisa , aparece una balaustrada con pedestales sobre los que se sitúan estatuas de santos. El propio Bernini mencionó que el pórtico se viera
como los brazos de una iglesia que acoge amorosa a los fieles que acuden a San
Pedro: “La iglesia de San Pedro, cual matriz de
todas las demás, debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos
abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los
herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la
verdadera fe”. Así, mire a donde mire, el fiel situado en
la plaza, frente a la basílica, se verá rodeado por esos “ brazos”, la
columnata, abrazándolo.
La realización de esta plaza será un hito del urbanismo
barroco y un magnífico ejemplo del genio creador de Bernini.
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