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sábado, 20 de noviembre de 2010
El Jardín de las Delicias. El Bosco.
El Jardín de las Delicias. El Bosco.
Durante el siglo XV, el despegue económico de la burguesía flamenca propició unas condiciones ideales para el desarrollo del arte en esta región. Además de los clientes tradicionales -Iglesia y aristocracia-, el artista flamenco va a recibir encargos de la enriquecida clase burguesa. Estos demandaban, por lo general, obras de menor tamaño lo que hacía que el género de la pintura de caballete y el retrato sufriesen un desarrollo espectacular. Además, la influencia del estilo internacional a través de los artistas que trabajaban en las cortes de los duques de Berry y de Borgoña sería uno de los puntos de partida de este estilo. La principal aportación técnica radicó en la utilización de la pintura al óleo, esto es, la que aglutina los pigmentos con el aceite de linaza. La estética de la pintura flamenca, aun siendo contemporánea de la del Quattrocento italiano, está más próxima al gótico que al Renacimiento. Los cuadros flamencos, con el minuciosísimo tratamiento dedicado a cada uno de los elementos representados, no se componen subordinando los elementos a una composición unitaria y equilibrada, buscando la belleza en ese ideal clásico, sino añadiendo esos infinitos elementos y detalles que están motivados por una visión no fija, sino dinámica, oscilante y puntillosa que construye la imagen de la realidad por sumandos y que provocan una visión igual a la que la ha provocado.
Hyeronimus Bosch, El Bosco, fue un pintor flamenco que trabajó en las últimas décadas del siglo XV. Su trabajo es de una enorme personalidad y destaca por como la minuciosidad del tratamiento pictórico se pone al servicio de temas de carácter moralista, poblados de monstruos y personajes extraños que parecen provenir del mundo de los sueños; lo que hizo que en el siglo XX su obra fuera considerada como un precedente de los artistas surrealistas. Además de “ El Jardín de las Delicias”, otras obras de “ El Bosco” son “ El Carro de Heno” y “ Las Tentaciones de San Antonio”.
El Jardín de las Delicias es un gran tríptico ( abierto mide 390 x220 cm y su panel central 195 x220 cm..) pintado al óleo.
El pintor ha aplicado cuidadosamente las pinceladas, muchas de ellas pequeñísimas para poder reproducir la gran cantidad de pequeñísimos detalles, haciendo que se fundan unas con otras y creando una superficie pictórica absolutamente homogénea.
El panel central tiene el doble de anchura que los laterales de modo que éstos pueden cerrarse completamente sobre aquel.
El tema del Jardín de las delicias aparece en el panel central , mientras que en el panel derecho abierto aparece el Infierno y en el lado izquierdo el Paraíso o el Jardín del Edén en el último día de la creación..
Los paneles cerrados muestran la creación del Mundo en su tercer día.
La gama de colores empleada es muy amplia en los paneles del Paraíso y del Jardín de las Delicias en los que dominan los tonos verdes amarillentos, azules y carnes de las figuras, creando una sensación de armonía )y del Infierno ( en el que destacan los cálidos rojos y pardos y los tonos marrones y negros que dan una apariencia tétrica y terrible a la escena), aunque en la imagen de la ”Creación del mundo “ que aparece con el tríptico cerrado, ésta se limita a colores fríos como grises y tonos grisáceos o poco saturados de azules y verdes,
A pesar de que el cuadro sea contemporáneo de algunas de las obras maestras del renacimiento italiano ( como las de Leonardo da Vinci), la composición es uno de los elementos que más claramente nos lo sitúa dentro de una estética aún gótica ya que en ésta, su gran cantidad de detalles y la grandísima minuciosidad con la que aparecen representados nos exige una mirada dinámica que circule por la imagen extrayendo e interpretando datos de la multitud de escenas y figuras, de modo que la imagen que quedará en nuestra mente de dicho cuadro se construirá por sumandos de las distintas y detalladas visiones parciales y será tanto más completa cuanto más minuciosa y atenta haya sido también nuestra observación.
Sin embargo, aunque las escenas parezcan representadas sin obedecer a ningún tipo de ordenación espacial sí que podemos apreciar que en todas las escenas aparecen elementos o ejes en torno a los cuales parecen articularse la multitud de figuras representadas (las fuentes en la primera tabla, los estanques en la segunda, y el hombre-árbol y la zanfoña en la tercera).
El Bosco emplea un sutil claroscuro, producto de representar las escenas bajo lo que parece una iluminación difusa, que le permite generar la sensación de volumen de los elementos y figuras representados En las imágenes, El Bosco emplea una perspectiva cónica, colocando siempre la línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner sucesivos planos en los que sitúa las distintas escenas y grupos de personajes.
Como hemos dicho, los dos paneles laterales forman al cerrarse la imagen del tercer día de la Creación del mundo. El Bosco pinta aquí una esfera transparente dentro de la cual aparece una tierra aún plana símbolo, según parece, de la fragilidad del universo. Sólo se representan formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Los tonos grisáceos empleados pueden aludir a que se trata de un mundo todavía sin sol ni luna.
Al abrirse, el tríptico representa, en su panel izquierdo, una imagen del Paraíso donde se representa el último día de la creación, con Dios que presenta Eva a Adán, Aunque la escena es aparentemente armónica distintos animales aparecen persiguiéndose o combatiendo entre si y algunos de éstos, los bichos e insectos terrestres y acuáticos, parecen aludir al pecado femenino ( la tierra y el agua son vistos como elementos receptores, fecundos y pasivos) y los pájaros, murciélagos y otros animales voladores representan el pecado masculino ( el aire y el fuego se interpretan como elementos activos y fecundadores). De este modo, la escena del paraíso aparece como preludio de la lujuria y el pecado desatados en el panel central del Jardín de las delicias. Además, una palmera representa el árbol del bien y del mal ya que en torno a ella aparece la serpiente del pecado y éste se enriza en una roca con forma antropomórfica que puede representar al demonio ocultando su presencia.
La tabla central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho; mide 220 cm de alto por 195 de ancho. En ella se representa un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos diferentes, algunas de cuyas claves solo se pueden intuir, pueblan este espacio en el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres como mujeres, blancos y negros, desnudos, protagonizando todo tipo de relaciones sexuales. Además, aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e incluso entre plantas.
El grupo de personas montadas sobre animales que rodean el estanque en el que están mujeres desnudas simboliza la humanidad guiada por sus instintos (los animales) acercándose a la lujuria y la concupiscencia (simbolizadas por el estanque y las mujeres).
Las frutas representadas simbolizan la fugacidad del placer carnal ya que éstas pueden pasar en unos días de la plenitud de la madurez a estar podridas. Los animales representados con unas dimensiones agrandadas y en posición invertida pueden simbolizar que, aunque lo parezca, éste no es el Paraíso y aludir a la idea de que nada es lo que parece.
El postigo o panel de la derecha representa el Infierno que aparece como un paisaje onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos.
En primer plano aparecen a la izquierda grupos de jugadores con dados, naipes, tablero de backgammon, que están siendo atormentados por demonios en medio de un gran caos, lo que alude a la pereza, la lujuria, y la gula. A la derecha, se ve a un hombre abrazado por un cerdo con velo de monja, probablemente aludiendo a la lujuria. Este panel es conocido también como El infierno musical, ya que en un segundo plano aparecen múltiples representaciones de instrumentos musicales asociados a terribles torturas infernales a las que está expuesta la Humanidad. Se ignora por qué El Bosco asocia la música con el pecado. También aparece un monstruo demoniaco, que podría ser Satanás, con cabeza de pájaro devorando a los pecadores que luego son defecados en un pozo en el que otros personajes vomitan inmundicias o excrementan oro, esto último quizá como alusión a la avaricia. Bajo el manto del mismo monstruo una mujer desnuda es forzada a mirarse en un espejo convexo colocado en las nalgas de un demonio, aludiendo al pecado de la soberbia.
Algo más atrasado, aparece un lago helado en el que el hielo se resquebraja y sobre el que patinan varios personajes (quizás sea una alusión a la idea medieval del tormento infernal del contraste entre frío y calor). Uno de los motivos más llamativos de la composición, una especie de hombre- árbol en cuyo tórax hueco se sitúa un grupo de personas y sobre cuya cabeza bailan pequeños monstruos en torno a una gaita.
En el fondo aparece una ciudad en llamas. .
Como vemos, el objetivo principal de El Bosco es, como en otras ocasiones el de moralizar, utilizando imágenes de una imaginación desbordante que enlazan con la tradición medieval que se servía de la deformación y la caricatura para aludir al pecado y la perversión de los seres.
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