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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Catedral de Santiago, Compostela. Siglos XI y XII


Reconstrucción del aspecto original de la catedral de Santiago por el artista Fernando Aznar.

Vista en planta


Interior
Catedral de Santiago de Compostela.
Como sabemos, la peregrinación a Santiago , coincide con un modo de vivir la fe que va a ser enormemente popular en los siglos XI, XII y siguientes. Las peregrinaciones eran consideradas como caminos de purificación espiritual, de renovación o de penitencia aunque también había quienes las hacían en espera de ganar cierta gracia divina (Que Dios directamente o por intercesión de algún santo les concediera aquello que le pedían y por lo que hacían dicha peregrinación) .
Junto con Roma y Tierra Santa, Santiago fue uno de los objetivos principales de las peregrinaciones medievales y siguiendo unas rutas determinadas que partían de remotos puntos de Europa llegaban peregrinos de todos los países. El llamado Camino de Santiago francés que penetra en la península ibérica por Roncesvalles y atraviesa Navarra, la Rioja, Burgos , Palencia, León, Orense y la Coruña, fue también una extraordinaria vía de transmisión de la cultura y los conocimientos de la época y, como no puede ser menos, está jalonada de magníficos ejemplos de la arquitectura y el arte románicos.
A comienzos del siglo IX un ermitaño declaró haber descubierto, señalado por unas extrañas luces que aparecieron en el cielo, el sepulcro del Apóstol Santiago y el obispo de Iria Flavia comunicó el hallazgo al rey Alfonso II de Asturias que ordenó construir una capilla en dicho lugar. La capilla sería sustituida más tarde por un pequeño templo y ya en el año 899 por un templo prerrománico cuya construcción fue promovida por el rey Alfonso III, convirtiéndose ya en un importante lugar da peregrinaje.
Sin embargo, dicho templo fue completamente destruido en el 997 por el caudillo musulmán Almanzor que saqueó la villa de Santiago y se llevó un enorme botín a Córdoba.
En 1075 , coincidiendo con los que va a ser la edad de oro de las peregrinaciones a Santiago, se inició la construcción de la nueva catedral promovida por el obispo Diego Peláez. La construcción de este templo sufrió todo tipo de vicisitudes (interrupciones, rebeliones e incendios y destrucciones parciales) y aunque ya había sido consagrada en 1128, su consagración definitiva, que puede darse como fecha final de su edificación ( si no tenemos en cuenta intervenciones posteriores) fue ya en 1220.
La planta es de cruz latina y tiene 97 metros de longitud desde el Pórtico de la Gloria ( a los pies) hasta la capilla axial del Salvador en el extremo opuesto tras la girola. Y la anchura del transepto es de 65 m, por lo que la planta puede ser inscrita perfectamente en un rectángulo áureo.
Tanto el cuerpo como el transepto constan de tres naves. Dos capillas están adosadas a cada brazo del transepto. El templo muestra los elementos característicos de las iglesias de peregrinación. En la cabecera aparece una girola que facilita el acceso a las 5 capillas absidiales. A diferencia de las otras de planta de sección circular, la capilla situada en el eje del ábside es de planta rectangular.
La iglesia está enteramente construida en piedra con gruesos muros reforzados exteriormente por una arquería ciega formada por potentes contrafuertes que sostienen arcos de descarga de medio punto. Dichos contrafuertes coinciden con las separación de los tramos e que están divididas las naves. Una serie de robustos pilares que sostienen arcos formeros de medio punto dividen la nave central de las laterales. Los pilares tienen adosadas columnas sobre las que descargan los arcos fajones de las naves así como los ya mencionados arcos formeros.
Sobre las naves laterales, cubiertas por bóvedas de arista, se eleva la característica tribuna de las iglesias de peregrinación. Dicha tribuna, que recorre todo el perímetro de la iglesia, se abre a la nave central por medio de una arcada bífora (doble) de arcos de medio punto sostenidos por columnas dobles que a su vez se inscriben en un arco ciego. La tribuna se cubre con bóvedas de cuarto de cañón que recogen los empujes de la pesada bóveda de cañón que cubre la nave central y los trasladan a los muros exteriores de las naves laterales. Dicha nave central no está iluminada directamente sino que la luz llega a ella a través de las ventanas de las naves laterales, las de la tribuna y las del cimborrio situado sobre el crucero, quedando prácticamente en penumbra, lo que contrastaba con la imagen más luminosa del altar ya que en el ábside si se abrían ventanas que iluminaban éste directamente con una luz algo más intensa, atrayendo la mirada del fiel hacia la zona dónde se hallaba aquello que le había llevado hasta Santiago, ya que bajo el altar se encuentra la cripta que alberga el sepulcro del Santo.
El cimborrio antes mencionado era originalmente un tambor de sección octogonal sobre trompas sobre el que se elevaba una cúpula mientras que en el exterior aparecía rematado por una pirámide.
El rotundo aspecto exterior, contrasta con la elegancia y la armonía de las proporciones aplicadas en su interior.
Originalmente, la Iglesia tenía nueve torres, dos en cada fachada ( Pies, Brazo norte y brazo sur del transepto) y el cimborrio del que acabamos de hablar.
También hemos de destacar la maravillosa decoración escultórica entre la que podemos mencionar la Puerta de las Platerías, abierta en el extremo sur del transepto y obra del maestro Esteban y, sobre todo, el llamado Pórtico de la Gloria, situado a los pies de la catedral y realizado por el francés Maestro Mateo, que también dirigiría la construcción de los último tramos del cuerpo de la catedral.. El pórtico de la Gloria , como corresponde a una obra realizada ya a finales del siglo XII, puede ser considerada, tanto formal como temáticamente como una obra del Protogótico o , al menos, como una obra de transición del Románico al Gótico.
La iglesia sufriría numerosas intervenciones y modificaciones siendo la más radical la llevada a cabo por el arquitecto barroco Casas Novoa entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII cuando, entre otras cosas, se edificó a los pies de la iglesia la Fachada del Obradoiro que modificaba radicalmente la imagen de ésta.

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