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jueves, 13 de mayo de 2010

Fallingwater o Casa de la Cascada, Bear Run, Pensylvania, 1935-1939. Frank LLoyd Wright.




Nacido en 1869 y muerto en 1959, el estadounidense Frank Lloyd Wright se convertiría en uno de los arquitectos más importantes del siglo XX. Su trabajo, extensísimo pues abarca más de 400 obras y proyectos, es difícilmente clasificable dentro de las tendencias más características del siglo XX.
Su formación no fue universitaria sino que se inició como delineante y prosigió cuando entró a trabajar como tal en el estudio de Louis H. Sullivan, quien en las décadas finales del siglo XIX fue uno de los grandes maestros de la llamada Escuela de Chicago e iniciador del Funcionalismo.

En 1893 se dio una exposición en Chicago en la que se expondría un edificio tradicional japonés a escala 111/2. La ligereza, así como la versatilidad espacial, con el empleo de paneles deslizantes que transforman y modulan diferentemente el espacio o hacen que los límites entre espacio interior y exterior varíen, de la arquitectura japonesa impresionaron profundamente a Wright que
Pero también dicha exposición de Chicago supuso la reafirmación del triunfo del mal gusto en la arquitectura americana, basada, a excepción de la de Sullivan , en unas formas eclécticas que combinaban arbitraria y desproporcionadamente elementos decorativos de los diferentes estilos históricos. Wright, estableciéndose por su cuenta un año más tarde, reaccionará contra el historicismo ecléctico productor de este tipo de arquitectura, buscando dar a América unas nuevas formas arquitectónicas que se alejaran del historicismo europeo. Wright fue un gran individualista, imbuido del espíritu de los “Pioneros”, aquellos americanos que se internaron en las praderas del Oeste americano para establecerse en ellas y
Defenderá que si la arquitectura es pura creación ésta debe subvertir la historia y enfrentarse a ella y que sólo un pueblo sin historia como el americano podía hacer un arte plenamente creativo.
Para Wright la casa debía ser el lugar donde se da el contacto con la realidad en el que cada persona se realiza a sí misma. Consecuencias de esta idea será la desaparición de la concepción de espacio interior como“ caja espacial”, la reducción de lo elementos compositivos principales a horizontales y verticales, la articulación libre de la planta ( la llamada “ planta libre”) que creará espacios interiores mucho más fluidos, la concentración de los elementos portantes en un núcleo plástico interior , la supresión de la diferencia neta entre espacio interno y externo y la identificación del edificio con el ambiente natural, entendido éste como o un lugar concreto. Todos estos aspectos se darán en las llamadas “Prairie House” o “Casas de la Pradera” ( Entre las que destaca la Robie House en Chicago) que diseñará en sus primeros años de actividad y
que ejercerían una gran influencia entre los arquitectos europeos de las dos primeras décadas del siglo XX que aclamaron a Wright como un maestro.
En los años 20 Wright realizó el Hotel Imperial de Tokio o la Charles Ennis house en Los Ángeles pero con el surgimiento de la arquitectura racionalista en Europa en la década de los 20, encabezada por arquitectos como Gropius o Le Corbusier, pareció que la figura de Wright se difuminaba en el olvido. Sin embargo, como un extraordinario golpe de efecto Wright volvió a atraer la atención sobre su obra con dos proyectos fundamentales realizados en los años 30: Las Oficinas centrales de la Jonson Wax en Racine , Wisconsin y “ Fallingwatwer” o “ La Casa de la Cascada” que comentaremos a continuación.
En 1932, Wright fundó en la escuela Taliesin, una especie comunidad y escuela de arquitectura en lo que desde dos décadas antes era su vivienda familiar y estudio, enclavada en una zona rural de Wisconsin. La profundización en el arte y las filosofías orientales le llevó a utilizar un método de enseñanza y aprendizaje muy poco convencional, basado en la familiaridad cotidiana entre el maestro y sus discípulos,, la comunión profunda con la naturaleza, sus materiales y sus procesos de formación y la llegada espontánea al “ arte” a través de una experiencia “ superior” o metafísica de la vida.
Todavía al final de su vida, Wright realizó otro proyecto revolucionario: El Museo Guggenheim de Nueva York, inaugurado póstumamente en 1959.
Wright fue el apóstol de la arquitectura orgánica proclamando que “ Un edificio sólo es orgánico cuando hay concordancia entre su interior y su exterior y cuando ambos están en armonía con las características y la naturaleza de la finalidad, de la realización de la situación y del momento de la construcción del mismo”.
El encargo de esta casa fue realizado a Wright por E. J. Kauffmann, propietario de unos grandes almacenes en Pittsburg, por mediación de su hijo que había sido alumno de Wright en la escuela Taliesin.
El terreno boscoso en que se sitúa pertenecía a Kauffmann que lo había rehabilitado ya que debido a la actividad minera que había sufrido anteriormente se encontraba muy deteriorado. y éste deseaba una villa próxima al arroyo al que solían acudir de picnic.
La leyenda cuenta que Wright dejo transcurrir 9 meses entre el encargo y el trazado de los planos del proyecto, justo antes de que los clientes le visitaran para verlos. Wright sorprendió a éstos cuando les propuso ubicar la casa sobre el llamado arroyo del Oso ( Bear Run) que vierte en la cascada.
Wright decidió crear una composición en la que combinaba elementos de marcada horizontalidad con otros verticales. Buscando la perfecta integración del edificio en el paisaje, observó que en el arroyo había dos pequeñas cascadas y que tras la primera, el curso del agua y la segunda cascada cambiaban de dirección casi 90º por lo que decidió el escalonamiento progresivo de una serie de terrazas en voladizo de hormigón armado, de marcada horizontalidad, rotados también unos respecto a otros 90º y que dan la sensación de estar sostenidos grácilmente por el rotundo y vertical cuerpo central en el que se sitúan la escalera principal y las chimeneas y que está realizado en una mampostería de irregulares losas y sillares de piedra, obtenidos en la misma zona y cuya imagen contribuye también a establecer una relación natural del edificio con su entorno.

La roca madre sirve de asiento de parte de la casa, haciéndose visible en el interior en el suelo del piso inferior. Para acrecentar la sensación de ligereza de las terrazas, éstas se elevan sobre unos soportes de sección trapezoidal realizados en hormigón y que se asientan en el lecho del arroyo que discurre bajo la casa. Sobre estos soportes dispuso una trama de vigas de hormigón reforzado sobre las que se asientan las terrazas. También desde el interior de la casa se puede descender por medio de una escalera volada hasta el arroyo.
En el primer nivel se encuentra la entrada casi escondida en la parte posterior de la casa , huyendo de las entonces frecuentes entradas monumentales. En el interior observamos como Wright vuelve a aplicar su idea de planta libre, es decir, un espacio no compartimentado por tabiques sino un interior fluido en el que los espacios de la sala de estar o el comedor están definidos por elementos como la chimenea o bibliotecas y estanterías que se elevan discretamente, nunca hasta el techo, para permitir la circulación visual por el interior. Precisamente dicha circulación visual parece finalmente dirigirse a través de los ventanales continuos hacia la naturaleza del exterior de la casa. El suelo está cubierto de unas losas irregulares de piedra que parece que hubieran sido pulidas por la acción constante del agua del río. La cascada no es visible desde el interior de la vivienda aunque su sonido es omnipresente en éste. Las terrazas de este nivel se dirigen en dos direcciones, una hacia el curso del río y otra hacia las cascadas.

En el segundo nivel se encuentra el dormitorio de los propietarios con una amplia terraza que se extiende frente a éste, integrándolo visualmente en el paisaje además de la primitiva habitación de huéspedes. Vestidores, servicios y baños son las únicas dependencias acotadas por paredes.

En el tercer nivel, más pequeño que los anteriores, se encontraba el dormitorio y el estudio del hijo de los propietarios. Las ventanas corridas se cortan en las esquinas sin que aparezcan marcos en éstas de modo que acrecienta la fluida relación ente interior y exterior.
Tras la ocupación de Falligwater por sus propietarios éstos observaron que la habitación de huéspedes era insuficiente para albergar a los visitantes de la familia por lo que solicitaron a Wright que realizara una casa para huéspedes. Éste construyó dicha casa en un nivel superior del terreno colindante al que se accede por un escalinata de planta semicircular cubierta por un techo formado también por amplios planos escalonados.
Fallingwater, con su precisa combinación de materiales como el hormigón y la piedra nativa, el empleo de los ventanales, la disolución de los límites entre exterior e interior y su composición es un perfecto ejemplo de integración entre arquitectura y naturaleza y de la arquitectura organicista de Wright. La elegancia e innovación de su diseño formal la convierten, además, en uno de los hitos de la arquitectura del siglo XX.

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