miércoles, 14 de marzo de 2012

La libertad guiando al pueblo. Eugène Délacroix.1830.




Paralelamente al desarrollo del Neoclasicismo va a darse el surgimiento de las tendencias prerrománticas que se interrelacionarán con él y que se afirmarán ya en las primeras décadas del siglo XIX.
El contexto en el que se iniciará el Romanticismo es, por tanto, el mismo que el del Neoclasicismo.
En Inglaterra comenzará la Revolución industrial que se extenderá en el siglo XIX por Europa.
A la vez surgirán, asociados a teorías rousseaunianas, los primeros impulsos subjetivistas. Los románticos se aproximarán a lo subjetivo, lo pasional, lo impulsivo y emocional, lo irracional, lo trágico y lo exótico( verán Oriente y lo árabe o el sur de España por su pintoresquismo y su pasado musulmán como ambientes propicios para sus imágenes),pero también demostrarán interés por la Edad Media, que reivindicarán frente al desprecio que ésta había sufrido por parte de las tendencias clasicistas anteriores. Verán a la Naturaleza como algo dinámico y al Amor como algo cautivador pero incontrolable que podía llegar a ser trágico juguete del Destino.
El artista, y esto es verdaderamente nuevo y marcará en adelante el desarrollo del arte occidental, reivindicará su subjetividad, la idea de que el arte es un vehículo de expresión de sus sentimientos e impresiones sobre el mundo y que la única ley a la que debe someterse es a la de su propia voluntad. Sus ideas políticas, por lo general, estarán vinculadas al progresismo burgués y a los valores de la pasada revolución de 1789 y la contemporánea de 1830.
En este periodo surgen también los primeros nacionalismos que producirán los movimientos independentistas de, por ejemplo, Grecia, Bélgica y Polonia a los que los artistas románticos se asociarán.
La pintura romántica se caracterizará por su reacción total, tanto en los temas como en el modo de pintar, contra los valores del Neoclasicismo. Si los neoclásicos toman la tradición griega y romana como guía y fuente de inspiración, los románticos proclamarán la necesidad de olvidar Grecia y Roma y despertarán el interés por el mundo medieval o por los ambientes orientales y exóticos: Si los pintores neoclásicos habían sostenido la primacía del dibujo como constructor de la imagen pictórica y desterrado de ella toda valoración de lo pictórico, aplicando cuidadosamente veladuras y pinceladas que se fundan, algunos de los más representativos pintores románticos, por el contrario, recuperarán el interés por los modos de hacer del barroco, con una total primacía del color que es el que construye la imagen , con un gusto por las pinceladas vibrantes y cargadas de pintura, por el gesto de la pincelada, por los contrastes e iluminaciones violentos y las composiciones dinámicas.
Extraordinariamente prolífico, Delacroix fue el prototipo de pintor romántico. Nacido en 1798,en una familia acomodada ligada a la administración en el periodo de la revolución, se dice que su verdadero padre podía ser el conocidísimo platico francés Talleyrand , quien fue su protector en su juventud y con quien guardaba un enorme parecido físico.
En su juventud se formó en el estudio de un conocido pintor dónde trabó amistad con Géricault, siete años mayor que él y con quien compartió inquietudes artísticas.
Délacroix estudió además la composición de los colores y el efecto psicológico de éstos. También fue uno de los primeros artistas que recurrió a la incipiente fotografía para fotografiar posturas de modelos que luego emplearía en sus composiciones.
Sus obras tocaron todos los temas: políticos como “la Libertad guiando al pueblo” o “ la matanza de Quíos”, exóticos como “ la muerte de Sardanápalo” , los cuadros dedicados al Oriente y a Marruecos como “Mujeres de Argel” e históricos medievales como “ la toma de Constantinopla por los Cruzados”. Su pintura demostrará su admiración por Rubens, Rembrandt y la pintura barroca con pinceladas sueltas, empastes, violentos contrastes y colorido vibrante.
La libertad guiando al pueblo fue pintado en1830 por Délacroix para ensalzar a la revolución burguesa que ese mismo año había conseguido en tres días de revuelta acabar con la monarquía absolutista de la restauración borbónica de Carlos X y dar paso a la monarquía constitucional del rey Luis Felipe de la casa de Orleáns.
Délacroix, que no había participado en la revuelta declarará: “Si no he tomado las armas por la Revolución, al menos tomaré los pinceles por ella”.
Éste es un óleo sobre lienzo de gran tamaño. En el hay una preponderancia del color sobre el dibujo, con una gran valoración de lo pictórico como puede verse en los diferentes tipos de pinceladas empleadas por Délacroix: Vemos como en el fondo emplea el color más diluido y como en otras zonas las pinceladas son más densas y cargadas de pintura y no es difícil apreciar el recorrido de algunas por la superficie pictórica. El claroscuro es muy acusado y ayuda a modelar perfectamente las figuras. Los contrastes de color son violentos y los tonos oscuros son los predominantes en la imagen y los únicos cálidos son los tonos carnosos y algunos rojos entre los que destaca el intenso escarlata de la bandera tricolor.
La composición es dinámica y en ella destaca la forma piramidal en cuya base aparecen los muertos en primer plano de la barricada y en cuyo vértice se encuentra la bandera tricolor y la mano que la sostiene.
Si no fuera por la presencia de la figura femenina que representa alegóricamente a la Libertad del mismo modo en que se suele representar a Mariane , la figura que simboliza la República ( Túnica griega, gorro frigio rojo…), la imagen podría parecerse a una crónica que pretende describirnos a los participantes en la revuelta: Dos jóvenes de la calle como el que aparece armado con pistolas a la derecha y el que tocado con un sombrero de policía ( seguramente arrebatado a un defensor del Antiguo Régimen), trepa por la barricada ala izquierda de la imagen, un artesano u obrero armado con un sable también en la izquierda del cuadro y un burgués con chistera y una especie de trabuco entre las manos. Todos ellos exaltan la fuerza, la determinación, el arrojo y la valentía de los revolucionarios. Extraordinariamente realista y crudo es también el tratamiento de los dos muertos de la barricada que aparecen en primer plano.

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