martes, 9 de febrero de 2010
Las Hilanderas ( llamado también “la fábula de Aracne”) óleo sobre lienzo. Velázquez. 1657.
Diego de Velázquez es, sin duda, el gran genio de la pintura española del barroco y uno de los más grandes de la historia del Arte. Nació en Sevilla, dónde se formó y adquirida su maestría se dirigió a Madrid con la intención de trabajar en la corte, lo que consiguió, ya que alcanzó el favor de Felipe IV y con él, el puesto de pintor de cámara del Rey.
En el larguísimo reinado de Felipe IV, el enorme imperio español , convertido en el capitán de la Contrarreforma, se encontraba en decadencia debido a las constantes y costosísimas guerras , como la guerra de los Treinta años, que lo enfrentaron a otros estados europeos, a una corrupción administrativa generalizada y a una mala administración. Sin embargo, esta época corresponde también con un periodo de enorme esplendor cultural de España, el llamado Siglo de Oro, en el que surgirán genios como el escritor Quevedo, el dramaturgo Calderón de la Barca o los pintores Zurbarán, Murillo y el propio Velázquez.
Felipe IV de hecho, fue un rey muy interesado por la cultura y un gran aficionado a la pintura lo que le hizo atesorar una magnífica colección de pinturas de artistas italianos del renacimiento , cuya contemplación causó una gran influencia en Velázquez.
En la vida de Velázquez fueron además muy importantes los dos viajes que, con un lapso de 20 años, realizó a Italia, comisionado por el rey para comprar obras de arte para la colección real. En el primero conoció aún mejor la pintura italiana, De este modo, gracias tanto a lo conocido en Italia como a los magníficos cuadros de Tiziano y de otros autores que había podido contemplar en la colección real su obra evolucionó reflejando en el color, la soltura y la valoración de las texturas pictóricas la influencia de la pintura veneciana.
Así, la pintura de Velázquez destaca por la valoración de la materia pictórica y de los juegos de texturas y distintas plasticidades de pinceladas, veladuras y empastes que utilizará con una precisión y soltura extraordinarias en la conformación de la imagen y de los distintos elementos que en ella aparecen representados. Pero además de esto nos llama la atención el naturalismo del tratamiento de la imagen, tanto en el retrato y captación de los personajes y sus gestos, como en la representación del paisaje y de los espacios en los que se sitúan los personajes. como podemos ver en los paisajes al atardecer en los que sitúa, la rendición de Breda o el retrato ecuestre del Conde- Duque de Olivares, o los dos magníficos paisajes de Villa Médicis , realizados en su segunda estancia romana, que sorprenden por el tratamiento de pequeñas pinceladas casi “impresionista”. Pero también sorprende el tratamiento absolutamente original del espacio en cuadros como Las Meninas olas Hilanderas.
Otros cuadros importantes de Velázquez son la antes mencionada rendición de Breda ( conocido como las Lanzas), El triunfo de Baco (popularmente, los borrachos), la fragua de Vulcano o el Cristo crucificado y los magníficos retratos de Felipe IV y sus familiares, así como los de los bufones y enanos de la corte o del Papa Inocencio X .
Las Hilanderas es un óleo sobre lienzo de gran tamaño pintado en 1657.
Este cuadro es otro compendio de buen hacer y de innovación pictóricos: Se combinan pinceladas ligeras que se funden entre si con densos empastes y pinceladas sueltas que generan tanto formas precisas y de modelado clásico como otras absolutamente difuminadas, como podemos ver en el rostro absolutamente borroso de la figura de falda roja que ocupa el centro de la imagen. Llama la atención la soltura y economía de medios con las que resuelve tanto las figuras del fondo como los rostros de las dos figuras femeninas situadas en primer plano a la izquierda. Ante éstas aparece, además, representada en primerísimo plano , sirviendo como elemento introductor en la imagen, una rueca en movimiento, ejemplificando el interés por la representación del movimiento que es un aspecto característico del barroco.
En la gama de colores del cuadro dominan los tonos rojizos, y variados pardos y grises. La iluminación de la imagen es una variante del tenebrismo caravaggiesco. Velázquez utiliza dos haces de luz focal que provocan un claroscuro muy acusado creando una fuerte sensación de volumen y que iluminan las hilanderas del primer plano y la habitación del fondo, dejando el espacio intermedio en penumbra (También en las Meninas, emplea un recurso semejante al de las hilanderas iluminando las figuras del primer plano y las del fondo y dejando el espacio intermedio a oscuras), contribuyendo a lo que es otro ejemplo de magistral tratamiento del espacio y en el que también hay que destacar la perspectiva cónica frontal empleada y la disminución de tamaños de las figuras según su proximidad respecto al plano del cuadro.
Además de la rueca antes mencionada también el escorzo de la joven situada en primer plano a la derecha funciona como elemento introductor en la imagen en un intento de disolver los límites entre el espacio real y el representado.
En cuanto al tema, aunque éste es mitológico pasa casi a ocultarse ante lo que puede parecer una pintura de costumbres ya la anécdota mitológica se representa en la habitación iluminada del fondo en la que Atenea, vestida con coraza casco y portando lanza y escudo, se aparece a Aracne convirtiendo a ésta en araña por no aceptar que la joven le venciera en una competición en la que se medía quien era capaz de elaborar el tapiz más bello.
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