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jueves, 15 de abril de 2010

Alexander Archipenko.Mujer peinándose. Bronce.1914.


Alexander Archipenko.
Mujer peinándose. Bronce.
1914.
En 1907, el pintor malagueño Pablo Picasso va a provocar una ruptura total respecto a la forma de representación tradicional al realizar su cuadro “las señoritas de Aviñón”. Con él, pondrá los fundamentos del Cubismo que, como hemos dicho, introducirá una nueva concepción de la imagen pictórica. Hasta entonces, y a lo largo de toda la historia de la pintura desde el Quattrocento, la utilización de la perspectiva cónica producía una representación coherente del espacio, que correspondía a lo observable desde un punto de vista absolutamente fijo e inmóvil. Asimismo, la sensación de volumen se generaba aplicando el claroscuro a las formas. Este modo de representación va a empezar a ser cuestionado y transformado con las experiencias de los pintores postimpresionistas, pero la ruptura radical se producirá con el cubismo. Éste propugnará que, puesto que la mirada es oscilante y no fija, y que con ella recorremos los objetos, por que no crear una imagen que sea una especie de compendio de observaciones parciales, en distintos momentos y desde distintos puntos de vista, de los objetos o espacios que queramos representar. El cuadro presenta pues una imagen que es el resultado del proceso de reconstrucción intelectual que efectúa el artista. El modo de representación resultante es igualmente coherente, aunque no responda a los procedimientos tradicionales en los que lo representado parece responder a lo observado en un momento determinado y desde un punto de vista fijo.
El cubismo, evidentemente, no surge de la nada y a pesar de la ruptura total que supone, la influencia de distintas fuentes como la pintura de Cézanne (con su valoración de lo volumétrico por medio de planos de color, renunciando al claroscuro), la del Antiguo Egipto (en la que para dar una imagen coherente y completa del representado se pinta su cara siempre de perfil y el ojo de ésta de frente….), y las de la escultura íbera y el arte de los pueblos africanos y polinesios es absolutamente patente.
A pesar de que podamos pensar en el cubismo como un movimiento pictórico, lo cierto es que su influencia en la escultura del mismo periodo va a ser extraordinaria y no sólo habrá grandes ejemplos de escultura cubista sino que problemas formales surgidos en ésta abrirán un fecundo campo de inspiración en el devenir de la escultura posterior.
En la propia escultura cubista la aportación de Picasso será, otra vez, fundamental y una fuente de inspiración para otros artistas- como el mismo Archipenko cuya obra vamos a comentar ahora- tanto con su empleo de formas cóncavas y convexas en su Cabeza de mujer de 1909 como en sus primeros ensamblajes cubistas en los que empleará diversos materiales como la cuerda, el alambre, el cartón o las planchas de madera.
Alexander Archipenko es un escultor nacido en1887 en Kiev(actualmente Ucrania, aunque entonces perteneciera al Imperio ruso). En1908 llegará a París dónde tomará contacto con el círculo de artistas cubistas y su escultura se alejará de las corrientes más conservadoras imperantes en la época para desarrollar un lenguaje formal, ciertamente influido por Picasso, en el que introducirá diversos materiales como la madera, el alambre, las planchas metálicas, el hule o el cristal y empleará el color, cuñas, volúmenes geométricos, ángulos agudos y elementos transparentes propios del lenguaje cubista, avanzando en la cuestión de la interacción de volumen y espacio y combinando con acierto e intuición expresión y lirismo, dinamismo y estatismo.
Tras la primera guerra mundial se trasladó a vivir a Berlín y en 1923 emigró a los Estados Unidos dónde se establecerá definitivamente y adquirirá su nacionalidad. La obra de Archipenko cobra importancia no tanto por la constitución de la forma escultórica por elementos representados desde diferentes puntos de vista o la combinación de formas cóncavas y convexas ( lo que ya había hecho Picasso en sus esculturas) sino sobre todo por el extraordinario hallazgo que supondrá la introducción de espacios vacíos en sus esculturas, abriendo un fértil campo en el que explorarán otros grandes escultores posteriores.
Sin embargo, podemos decir que tanto la obra posterior de Archipenko en la que repite académicamente los hallazgos de sus primeros años, como la obra de otros artistas posteriores que partiendo de sus hallazgos supieron sacar mejor partido de éstos, ha oscurecido la trascendencia de la obra inicial de este artista.
La escultura “ Mujer peinándose” es un pequeño bronce de 35 cm. de altura realizado por Archipenko en 1915. La superficie es absolutamente lisa y pulida, potenciando la percepción de la simplificación geométrica a la que han sido sometidos los volúmenes.
Si el tema del desnudo femenino había sido ampliamente tratado a lo largo de la historia del arte y poco antes en la escultura de Rodin o Maillol , la composición se basa en un marcado y tradicional contraposto ( con la cadera derecha más elevada y la pierna rígida e inclinada hacia adentro para hacer coincidir su pie con el centro de gravedad de la figura y la izquierda flexionándose). Pero Archipenko introduce electos innovadores como la contraposición entre los volúmenes curvos y fluidos de los muslos y la cadera y los más angulosos y geométricos de las pantorrillas o el brazo que enmarca la cabeza y otra contraposición entre, de un lado, las formas convexas de la mayoría de la figura y, de otro, las cóncavas de parte del pecho y el vacío en el espacio que debería ocupar la cabeza.
Este último aspecto es quizás el más importante y determinante de ésta y otras esculturas de Archipenko. De hecho, desarrolló una teoría acerca de las formas complementarias, basándose en el principio de que cada espacio vacío podría producir su contraimagen imaginaria. De este modo, el vacío en la zona de la cabeza o del pecho sería ocupado por la representación imaginaria que de éstos haría el espectador.
Los plásticos espacios vacíos que emplea Archipenko cobrarán gran importancia en la obra de otros de los grandes escultores del siglo XX como el inglés Henri Moore y evolucionarán hacia nuevas visiones sobre ellos hasta ser cruciales en la obra de Chillida y, sobre todo, en la de Oteiza cuando éste vea en los espacios vacíos surgidos de las desocupaciones de la esfera o de sus” Cajas Metafísicas” un carácter receptivo y metafísico que el espectador podrá llenar espiritualmente.

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