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miércoles, 10 de febrero de 2010
Tríptico del Levantamiento de la Cruz de la Catedral de Amberes.Rubens.1610.
Tríptico del Levantamiento de la Cruz de la Catedral de Amberes.Rubens.1610.
Tras las guerras de Secesión de los Países Bajos Durante la segunda mitad del siglo XVI, Flandes, de mayoría católica, se mantendrá bajo el poder de la casa de los Austria españoles, administrado por la figura de un regente especial.
A pesar de las guerras y las crisis puntuales, la burguesía flamenca, especialmente en ciudades como Amberes adquirirá un gran desarrollo y grandes riquezas lo que le llevará a mantener un ostentoso tren de vida en el que no faltarán los encargos de obras de arte.
Además, el arte producido en este periodo es una imagen perfecta de la afirmación de la identidad flamenca católica, más hedonista, sensual, vitalista y colorista, frente a la rigidez puritana del segregado vecino calvinista del norte( Los Países Bajos).
En este contexto destacarán dos pintores: Pedro Pablo Rubens y, quien fue su colaborador, Anton Van Dyck, aunque habrá otros pintores como Jordaens y otros muchos (no podemos olvidar que en esta época en Amberes estarán censados una sesentena de carniceros o 120 panaderos frente a 500 pintores, lo que ilustra la importancia que esta actividad va a adquirir ).
Rubens nació en Alemania, dónde su familia se había establecido pero en su infancia su madre decidió que la familia volviera a Amberes de dónde provenían. Y allí iniciaría el joven Pedro Pablo su formación como pintor. En su juventud viajó a Italia dónde conoció de primera mano la pintura veneciana y la de sus contemporáneos Caravaggio y Carracci que ejercerían una gran influencia en su trabajo. A lo largo de su vida desempeñó, gracias a su formación y cultura, importantes misiones diplomáticas que le pusieron en contacto con distintos mandatarios y cortes europeas de las que frecuentemente recibió importantes pedidos de obras. Rubens será un pintor muy prolífico, de enorme producción ( se contabilizan más de 3000 obras con su firma), que, para responder a sus numerosísimos encargos, desarrollará un sistema de producción, semejante al de una producción en cadena, con un taller de muchos colaboradores a los que había instruido en como pintar determinados elementos. Así, habrá un especialista en pintar árboles, otro en paisajes, otro en cielos... que seguirán los bocetos, diseños e instrucciones de Rubens, que añadirá los últimos toques en el cuadro.
Rubens pintará tanto cuadros mitológicos( como las Tres Gracias o El juicio de Paris ), religiosos ( como la serie de 7 enormes lienzos del ciclo de la Crucifixión para la catedral de Amberes), como alegóricos( La serie de cuadros alegóricos que conmemora la reconciliación entre María de Médicis y su hijo Luis XIII de Francia, describiendo el matrimonio entre ésta y Enrique IV), y retratos, sirviendo estos últimos tipos para ensalzar a las clases dirigentes y a los integrantes de éstas que los encargaban ( un ejemplo es El retrato ecuestre del Duque de Lerma). Además, realizará cuadros de enormes dimensiones así como lienzos de tamaño mediano y pequeños cuadros que empleará como bocetos de sus grandes obras.,
De este modo, Rubens se convirtió en el artista más importante de la pintura flamenca y uno de los que más éxito va a obtener y más influencia va a ejercer en toda Europa. Creará imágenes exuberantes, sensuales de gran riqueza plástica y pictórica. Sus imágenes se caracterizarán por las composiciones complejas, y otros aspectos que sin duda, provienen de la tradición pictórica veneciana que Rubens conocerá y admirará como son el tratamiento pictórico de pinceladas sueltas pero muy precisas, la valoración de los contrastes de la superficie pictórica, jugando con las distintas densidades de pintura aplicadas, y la importancia que cobra en sus escenas la naturaleza que aparecerá como algo dinámico y agitado.
Este tríptico del Levantamiento de la Cruz forma parte de una serie de siete imágenes de gran tamaño que describen los episodios de la crucifixión de Cristo y fueron realizados para la catedral de Amberes.
Se trata de unos óleos sobre lienzo de gran tamaño en los que se hace patente la influencia de la pintura veneciana, especialmente en la valoración de lo pictórico y la preponderancia del color . Así, observamos una vibrante superficie pictórica dónde se combinan distintos tipos de pincelada pero dónde predominan las cargadas y densas, superponiéndose unas sobre otras y cuyo recorrido por la superficie del cuadro es perfectamente visible.
Como es habitual en Rubens, la gama cromática es muy amplia y rica, combinándose tonos cálidos como los rojos y los tonos e la carne con fríos grises y azules.
La iluminación es focal, con un haz de luz que ilumina dramáticamente el cuerpo de Cristo (que aparece tan pálido que parece casi blanco, remarcando seguramente la visión de la crucifixión como el sacrificio de la Víctima inocente y pura), aunque diferenciándose de la técnica tenebrista de Caravaggio en que Rubens no deja el resto de la imagen en penumbra. Las figuras están modeladas con un violento claroscuro.
La composición está dominada en el lienzo del centro por la diagonal que marca el cuerpo de Cristo en la cruz. De este modo, Rubens otorga a la imagen de una sensación de movimiento, sensación que acrecientan los cuerpos musculosos y en extraordinaria tensión de los que están irguiendo la cruz.
El peñasco situado tras el grupo de personas principal contribuye a limitar el espacio y restarle profundidad. sin embargo en la parte derecha de la composición, el espacio vuelve a hacerse más profundo. Rubens parece querer disolver los límites entre la imagen pintada y el espacio real en lo que es un interés muy característico de la pintura barroca. De este modo, la figura de la mujer amamantando un bebé en primer plano del panel izquierdo parece estar a punto de caerse fuera del cuadro. En el panel central también la figura masculina con un manto azul enrollado en la cintura que tira del madero vertical de la cruz para erguirlo, parece que va a salirse del cuadro y el perro en escorzo con el cuerpo en diagonal situado en el vértice inferior izquierdo del panel central es utilizado como una especie de vector o elemento introductoria en el espacio representado.
Las formas sinuosas y las líneas onduladas de los pliegues de la ropa, la crin del caballo, la vegetación agitada e incluso las anatomías de los personajes, junto con lo aspectos pictóricos antes comentados nos permiten decir que la de Rubens es una pintura de enorme sensualidad plástica y exuberancia formal.
En el tratamiento del tema religioso se intuye en Rubens cierta influencia de la pintura de Anibale Carracci. Así, se quiere subrayar el dramatismo de la escena por medio de los cuerpos en tensión de los verdugos y Cristo, el gesto de Éste que parece estar encomendándose a su Padre, con la mirada elevada al Cielo, los gestos tristes y los lamentos de las figuras femeninas del panel izquierdo ( Aunque la Virgen y San Juan, en segundo plano muestran una actitud más contenida), la iluminación que hemos mecionado antes, remarcando l figura de Cristo e incluso la vegetación que parece agitarse violentamente por el viento y el cielo gris y lleno de nubarrones ( en la importancia dada al paisaje que aparece como algo vibrante y agitado podemos ver una clara influencia de la pintura veneciana).
Pero la importancia concedida al tratamiento dramático, que pretende incidir directamente en el ánimo del espectador provocando su piedad y empatía por la figura de Cristo sufriente, no descuida el elemento narrativo. De este modo, en el panel derecho, podemos observar tras el primer plano ocupado por los centuriones que supervisan la crucifixión aparecen los dos ladrones que serán crucificados junto a Cristo: Uno tumbado mientras está siendo clavado a la cruz y el otro empujado al lugar de ejecución por un legionario.
La influencia de Rubens sería enorme no sólo en su época, como podemos ver en la obra de artistas que además habían sido colaboradores suyos como Van Dyck o Jordaens o en la obra de Velázquez, a quien conoció en la corte de Felipe IV en Madrid sino a través de numerosas vías en mucha de la pintura posterior. Así, en el siglo XIX el pintor romántico Délacroix, en cuyo modo de pintar la influencia de Rubens es evidente, expresó su rendida admiración por este genio flamenco.
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