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jueves, 8 de octubre de 2009
Mosaicos de Justiniano y su corte y Teodora y su séquito.San Vitale, Rávena.
Mosaicos de Justiniano y su corte y Teodora y su séquito.San Vitale, Rávena.
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La primera mitad del siglo VI está marcada por el reinado del Emperador Justiniano en lo que supondrá la 1ª Edad de oro de Bizancio. Así, los ejercitos de Justiniano tomarán de nuevo el control de la península itálica, derrotando a los ostrogodos e incluso conquistarán la costa levantina española.
Esta época se caracterizará también por la edificación de algunas construcciones , reflejo del esplendor vivido en esta época, como la magnífica Basílica de Santa Sofía en Constantinopla, o las iglesias de San Vital, San Apolinar in Classe y la reforma de San Apolinar el Nuevo, todas ellas en Rávena ( En la costa adriática de Italia).
Estos mosaicos forman parte de la magnífica decoración de la Iglesia de San Vital. Como sabemos, el espacio interior de las iglesias bizantinas estaba jerarquizado, de modo que la parte superior de éste, correspondiente a arcos, bóvedas y cúpulas y recubierta por lo general de mosaicos y con profusión del color dorado , aludía a lo Celestial.
Curiosamente, los mosaicos de Justiniano y Teodora aparecen a ambos lados del ábside de la iglesia, de modo que una escena aparentemente profana se convierte en otro elemento que contribuye a justificar la vinculación del poder político con el religioso.Justiniano es presentado acompañado de funcionarios de su corte y soldados y se ve a sí mismo como “archisacerdote” y aunque, evidentemente, el cristianismo rechaza la divinización del emperador, atribuiría su poder a la elección divina (emperador por la gracia de Dios), lo que le hace merecedor del mismo respeto que Cristo o la Virgen.
En la imagen todo es claro y comprensible. Las figuras son tratadas según un canon alargado que las estiliza y en el que la longitud del cuerpo equivale a 9 cabezas. El número 3 tiene gran importanciaa ya que el rostro se divide en tres partes iguales que toman como unidasd la nariz. También el tronco se divide en tres partes iguales. La alusión al tres tiene un carácter simbólico ya que alude a la Santísima Trinidad.
Los colores son casi planos y tanto el claroscuro aplicado como las arrugas de los ropajes tienen algo de convencional y estereotipado. Las formas se estilizan y el dibujo de los rostros parece simplificarse en una forma ovalada, al igual que los ojos cuyo tamaño es algo grande. Los pies de las figuras aparecen abatidos e, incluso, presentan ciertos problemas de asentamiento en el suelo llegando a superponerse algunos.
El espacio parece presentarse por indicios ( distintos elementos nos hacen ver que las escenas parecen estar situadas en un palacio), y no hay un unaa representación coherente de éste ni un correcto empleo de la perspectiva.De este modo, podemos observar que en la representación de la fuente de la derecha del mosaico de Teodora ésta aparece representada como si los elementos que la componen estuvieran vistos desde distintos puntos de vista.
Los personajes, situados rigurosamente según el principio de frontalidad, se nos presentan como algo venerable y digno de respeto.
La representación parece descuidar algunos elementos naturalistas( no olvidemos que el cristianismo señalaba las superioridad del mundo espiritual sobre un mundo material que se considera engañoso e incitador al pecado) primando la transmisón efectiva de determinados valores, en este caso, la exaltación de las figuras de Justiniano y Teodora y , como ya hemos dicho, la promoción del respeto que se les debe.
La Emperatriz Teodora, esposa de Justiniano, es presentada del mismo modo que su esposo, acompañada de su sequito y en actitud de participar en un ceremonial religioso, lo que sirve de excusa y justificación para su presencia en el espacio religioso. En ambos casos las cabezas d los personajes representados se sitúan a la misma altura (isocefalia).